La nueva ola de Europa coge a España sin los deberes hechos

Los que piensen que la pandemia de Covid-19 se ha acabado se equivocan. Aunque la sexta ola puede darse ya por finalizada en España con el acusado descenso de las hospitalizaciones y de las muertes que recogen los datos oficiales, los indicadores vuelven a pintar mal en algunos países europeos y también en Asia. La expansión de la denominada variante Ómicron sigilosa –un linaje de la variante Ómicron clásica– y la relajación de las restricciones han hecho subir los casos un 8% a nivel mundial en la última semana. En Alemania, el crecimiento de los contagios es de un 22% y en Vietnam alcanza el 65%. Francia y Bélgica también sufren la subida de los casos, y China lucha contra el crono para sofocar los brotes que logró evitar en la primera ola y que ahora atenazan los estados que fabrican su tecnología.

¿Hay razones para inquietarse? Depende. Con un alto porcentaje de población vacunada con las tres dosis, nuestro país puede resistir una séptima embestida del virus sin que se resienta notablemente la ocupación hospitalaria, siempre que no irrumpa una nueva variante. La clave estará en poner el foco de la protección en la población más vulnerable –los más mayores y los enfermos inmunodeprimidos–, lo que parece que se está haciendo, y en realizar una tarea en la que sí vamos muy rezagados con respecto a nuestros vecinos europeos: la compra de antivirales y anticuerpos monoclonales contra la Covid-19. Estos medicamentos resultan fundamentales para evitar el empeoramiento de la enfermedad en pacientes con ciertas características que contraen el virus. Con ellos, el número de muertes en la sexta ola hubiera sido infinitamente menor. Pese a las promesas de Pedro Sánchez, España apenas cuenta con reservas y la compra no se materializa.