Día Internacional de la Esclerosis Lateral Amiotrófica
¿Cuáles son los primeros síntomas de la ELA?
La edad media de inicio es entre los 60-69 años y la incidencia en los hombres es ligeramente superior a la de las mujeres
Hoy, 21 de junio es el Día Internacional de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa y letal que se caracteriza por la pérdida progresiva de las neuronas motoras de la médula espinal y de la corteza cerebral. La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que la ELA tiene una incidencia en España de uno a dos casos nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año, lo que significa que, cada año, alrededor de 700 personas comenzarán a desarrollar los primeros síntomas de esta enfermedad.
Esta alta incidencia la convierte en la enfermedad neuromuscular más frecuente, así como en la tercera enfermedad neurodegenerativa más común (tras alzhéimer y del párkinson) de nuestro país, a pesar de que por su alta mortalidad el número de personas que actualmente en España padecen ELA sea de alrededor de 3.000. La mayor parte de los pacientes fallecen en los 3-5 años siguientes al inicio de la enfermedad, principalmente por fallo respiratorio.
“Aunque esta enfermedad afecta a cada persona de manera diferente, dado que no todos los síntomas se experimentan o aparecen en la misma secuencia, presentar debilidad progresiva en los músculos de las extremidades o los músculos del habla, de la acción de tragar o de la respiración, suelen ser los síntomas más habituales. Aunque también presentar movimientos musculares anormales y calambres musculares (especialmente en manos y pies) y pérdida de reflejos”, explica el doctor Alejandro Horga, coordinador del Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la SEN.
Además, la discapacidad que genera la ELA no solo es debida a la grave afectación muscular que provoca la paralización progresiva del paciente hasta su parálisis completa, sino también al hecho de que en más de un 50% de los casos muestran rasgos de disfunción disejecutiva en los estudios neuropsicológicos, que entre un 5-10% de los pacientes tiene una demencia asociada -que puede preceder, aparecer simultáneamente o posteriormente al inicio de la ELA- o a las altas tasas de ansiedad (30%) y depresión (44%) que presentan estos pacientes, muy por encima de las tasas de la población general.
10% hereditario
“En los últimos años se ha producido una mejora de los tratamientos sintomáticos, así como en los tiempos de diagnóstico, por lo que se ha conseguido mejorar temporalmente la calidad de vida de muchos pacientes. Pero aun así, puesto que no existe un tratamiento curativo, en un corto plazo los pacientes pasarán de una situación de normalidad a una de dependencia completa. Se trata por lo tanto de una enfermedad que conlleva una gran dependencia y que por lo tanto no es de extrañar que figure entre las principales causas de discapacidad según la última encuesta del INE”.
La investigación es también, sin duda, uno de los aspectos en los que se necesita mejorar, no solo en la búsqueda de tratamientos más efectivos, sino en conseguir avances en el conocimiento de esta enfermedad. En un 5-10% de los casos está presente algún tipo de patrón hereditario o genético, pero en el resto aún no se han identificado el origen de esta enfermedad y tampoco se ha podido establecer con claridad cuáles son los factores de riesgo. Si bien algunos estudios apuntan a que puede deberse a una enfermedad multifactorial en el haber padecido ciertas infecciones, haber estado expuesto al tabaco o a materiales pesados y/o pesticidas o haber realizado actividades físicas intensas de forma continuada puede influir en su aparición, ser hombre y tener más de 60 años son los únicos factores de riesgo que se han podido establecer con claridad.
Y es que la edad media de inicio de la ELA se encuentra entre los 60-69 años, y en todas las series occidentales, la incidencia en los varones es ligeramente superior a la de las mujeres. Esto se traduce, además, en que en más del 50% de los casos afecta a personas en edad laboral, plenamente productivas, lo que hace que el impacto sociosanitario de esta enfermedad sea aún mayor.
“Es, por lo tanto, una patológica compleja que requiere de un abordaje multidisciplinar y de una alta especialización. La Sanidad pública dispone de medios para la atención de estos pacientes con la puesta en marcha durante los últimos años de unidades multidisciplinares para el manejo de pacientes con ELA, presentes en la mayoría de las autonomías. En estas unidades también se genera investigación y se realizan ensayos clínicos internacionales, pero aún son insuficientes. Por esa razón desde hace años, el Grupo de Estudio de Enfermedades Neuromusculares de la SEN está recomendando que exista una Unidad especializada por cada millón de habitantes y que todos los hospitales de referencia dispongan de una”, señala el Dr. Alejandro Horga.
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