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Tres Papas en Auschwitz

Juan Pablo II lo visitó en 1979, Benedicto en 2006 y Francisco lo hará el viernes.

Juan Pablo II orando en el campo de concentración, ubicado en Polonia, su país de origen, durante su visita hace más de tres décadas
Juan Pablo II orando en el campo de concentración, ubicado en Polonia, su país de origen, durante su visita hace más de tres décadaslarazon

Juan Pablo II lo visitó en 1979, Benedicto en 2006 y Francisco lo hará el viernes.

No es la primera vez que la máxima autoridad de la Iglesia católica se encuentra frente a frente con la memoria de uno de los lugares más vergonzantes de la historia de la humanidad, Auschwitz. Fosa mortal para más de un millón de judíos durante los últimos cinco años del régimen de Hitler y recordatorio vivo del horror sin nombre al que conducen la violencia y la intolerancia. Antes que Francisco –quien llegará a Auschwitz este viernes para reunirse con varios de los supervivientes–, Juan Pablo II y Benedicto XVI ya habían visitado el campo de concentración.

El primero de ellos, originario de Polonia y para quien aquel lugar no era sino «una cuenta pendiente con la conciencia de la humanidad», como él mismo expresó, lo recorrió el 7 de junio de 1979. Con unas contundentes palabras pronunciadas durante la eucaristía quiso dejar clara la necesidad de la defensa sin fisuras de los derechos fundamentales del ser humano. «Es suficiente revestir al hombre de un uniforme, armarlo con instrumentos de violencia, basta imponerle la ideología en la que los derechos del hombre quedan sometidos a las exigencias del sistema, completamente sometidos, de modo que, de hecho, dejan de existir».

Benedicto XVI visitó Auschwitz hace una década, en el año 2006, más de 25 años después de que lo hiciera el «Papa peregrino». Allí con sus palabras abordó la responsabilidad histórica que emana de aquella pesadilla mayúscula. «Tomar la palabra en este lugar de horror, de acumulación de crímenes contra Dios y contra el hombre que no tiene parangón en la historia, es casi imposible; y es particularmente difícil y deprimente para un cristiano, para un Papa que proviene de Alemania. En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?».

Diez años después de la última visita de un Pontífice al campo, la llegada de Francisco, prevista para el 29 de julio, se aguarda con expectación. La fecha no es casual. Ese día se cumplirán 75 años de la condena a muerte de san Maximiliano Kolbe –sacerdote franciscano de origen polaco–. El Papa visitará su celda y recorrerá el lugar. Según ha declarado, le gustaría prescindir de discursos y centrarse en la oración. Algo que ha confirmado el padre Lombardi, «Francisco vivirá este momento de dolor y compasión en silencio». También visitará el campo de Birkenau y se reunirá con una decena de supervivientes del Holocausto.