Iglesia Católica
Los signos de un Pastor que sabe leer la realidad
Domingo Izzy / Sacerdote y alumno del cardenal Bergoglio
AFrancisco se le está identificando como el Papa de los gestos. Pero más que gestos, podríamos hablar de signos teológicos, que tienen un significado trascendental, un origen bíblico. Basta con recordar cómo se inclinó desde el balcón principal de la plaza de San Pedro. Se trataba de un signo litúrgico que ligaba la figura del obispo al sacerdocio de Cristo, evocando de la misma manera el sacerdocio de Melquisedé. La metodología que tuve la oportunidad de aprender con él se basa en el lenguaje contemplativo, esto es, en leer la realidad de la vida.
Todo esto viene de lejos, cuando comenzó a dirigir mi tesis teológica y se forjaba su pensamiento. Toca remontarse a 1974, cuando publicó un documento que venía a ser un gran diccionario de teología bíblica y espiritual donde abordaba las diferentes escuelas de espiritualidad para llegar a una conclusión: en la Iglesia católica no hay una auténtica escuela de espiritualidad para los sacerdotes diocesanos y para los laicos. Y desde su ser y hacer jesuita se puso manos a la obra para poner en marcha esta escuela.
Así, una de sus primeras decisiones al estar al frente de la formación de los novicios jesuitas fue alejarles de la estructura ya configurada y ubicarse con ellos en una residencia de verano donde les formó en un espíritu nuevo de oración y espiritualidad evangélica basado en el testimonio de la pobreza. Por eso, como parte de las tareas cotidianas de los seminaristas se incluía que se lavaran la ropa, que direan de comer a los animales...
Esa integridad y honestidad le ha llevado siempre a no juzgar al que tenía en frente. Así le ocurrió cuando la teología de la liberación pisaba fuerte en toda América Latina. Ni la condenó ni la aprobó, simplemente la vio como una señal de búsqueda, una línea teológica emergente que buscaba responder a una realidad concreta. Atento a estas señales, Jorge Mario Bergoglio siguió caminando hasta llevar la teología a la calle, a estar con los sencillos, de nuevo un signo que le une directamente al nombre que ha elegido, Francisco.
En esta línea, uno de los grandes momentos que configuran su personalidad es el momento en el que es nombrado obispo auxiliar y comienza a desarrollar un pastoral joven y nueva en San José de Flores. No se movió de la sede episcopal ni tomó una decisión hasta que no habló con todos y cada uno de los sacerdotes que estaban a su cargo para llevar a cabo una acción global. A partir de ahí salió a los barrios de estos sacerdotes para conocer a los fieles de sus parroquias. Ahí comienza lo que podríamos llamar evangelización conciliar y donde toca la pobreza de Villamiseria. Es entonces cuando se puede decir que se encontró verdaderamente con el pueblo de Dios y donde da el verdadero salto pastoral. Ahí comprende que tú puedes visitar un barrio pobre mil veces, pero realmente sólo puedes hacer algo si comienzas a estar con la gente, si les quieres, si tu esquema de trabajo es el de las Bienaventuranzas. No valen las opciones a medias. Así lo entendía entonces Jorge Mario Bergoglio y así lo entiende ahora el Papa Francisco, para el que no hay diferencias sociales ni intelectuales con el que se pone enfrente. Y eso es una gran ventaja: aceptar la realidad en la que se mueve y hacer presente a Jesús de Nazaret a partir de ella.
Todo esto es lo que nos hace entender que esa espontaneidad de la que tanto se habla cuando rompe el protocolo para saludar a su sacerdote amigo o para besar a un enfermo no es fruto ni mucho menos de la imprudencia. Más bien es reflejo de su preocupación por la persona, de esa teología espiritual de los signos encarnada en el otro.
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