El trípode del lunes

Una UE «woke» y perdida en su marginalidad

La guerra en Ucrania es la ocasión para que la UE se vea reflejada en el espejo de su actual marginalidad en ese nuevo orden que fue pactado por Putin y Xi Jinping en Pekín inmediatamente antes del comienzo de la invasión rusa hace ahora tres años

Es una evidencia ante los acontecimientos generados desde el regreso de Trump a La Casa Blanca que el mundo se encuentra en la tesitura de un nuevo orden geopolítico global. Y diferente tanto del «bipolar» que estuvo vigente desde el final de la segunda guerra mundial, como del posterior «unipolar» surgido del final de la guerra fría. Por si cabía alguna duda, el inédito espectáculo sucedido en el despacho oval entre el presidente Trump y el ucraniano Zelenski, retransmitido en directo, no deja excesivo margen para ello. Otra cosa es cuál sea ese nuevo orden y cómo se establezca. De momento alguna cosa muy relevante está ya acreditada: el alineamiento de EE UU con Rusia y el distanciamiento con la UE. Que en concreto se encuentra ante una encrucijada realmente histórica que expresa un cambio drástico respecto a la geopolítica vigente durante el último siglo, protagonizado por las dos guerras mundiales nacidas en Europa y acabadas ambas gracias al apoyo estadounidense. Quizás cabría pensar que lo que hace ahora Trump es lo que debiera haber hecho Europa al finalizar la guerra fría con la desaparición de la URSS en 1991. Es decir, asumir que la Rusia de Boris Yeltsin no era la sucesora de la URSS, sino la Rusia europea que fue absorbida por los bolcheviques de Lenin tras la revolución de 1917 y la posterior guerra civil de los «blancos» zaristas y los «rojos». La guerra en Ucrania es la ocasión para que la UE se vea reflejada en el espejo de su actual marginalidad en ese nuevo orden que fue pactado por Putin y Xi Jinping en Pekín inmediatamente antes del comienzo de la invasión rusa hace ahora tres años. El apoyo de China al acuerdo de Trump con Putin da forma a un orden «tripolar» que los dirigentes europeos se niegan a reconocer. Ya es significativo que sea el PM británico, el belicista Starmer, quien parezca liderar esa política cuando desde el Brexit ya no pertenece a la UE. Su actuación, recibiendo calurosamente a Zelenski en Londres tras -al igual que Macron- haber estado con Trump en ese mismo escenario de Washington, obliga a recapacitar acerca de su auténtico papel en este espectáculo tragicómico. El estrecho e histórico vínculo que une a EE UU con el Reino Unido ha tenido una reciente confirmación con la creación del AUKUS -la OTAN del Indopacífico y con epicentro en Australia- duramente criticado por China. Lo que añade importantes incógnitas a una descentrada UE en busca de su lugar en este nuevo escenario geopolítico tripolar. Y que apunta a una lamentable y dramática marginalidad. Eso sí, muy «woke»: progresista, inclusiva y feminista.