Sin Perdón
El shogun Sánchez y el despotismo democrático
«Somos súbditos que tenemos que aceptar gozosos este comportamiento despótico»
Hay que reconocer que Sánchez está cumpliendo su anuncio de gobernar sin el Poder Legislativo. Lo que parecía una declaración estrafalaria o provocativa ha resultado ser una inquietante realidad. Como no consigue una mayoría parlamentaria para aprobar los presupuestos ha decidido gobernar sin ellos. La situación es tan estrafalaria que incluso ha justificado incumplir la Constitución, porque le gustan los actuales que han sido prorrogados. Es capaz de llegar a 2027 atropellando nuestra Carta Magna. Los monarcas absolutistas no convocaban reuniones de las Cortes, Parlamentos o Estados Generales. Fue necesario el triunfo del constitucionalismo y el Estado Liberal para que surgiera el parlamentarismo moderno. Hay autores que buscan las raíces en la Edad Media mientras que otros prefieren destacar que no existe esa continuidad histórica tal como se plantea. Con la Revolución Gloriosa de 1688 y la Declaración de Derechos en 1689 se estableció el principio de que la monarquía inglesa no podía gobernar sin el consentimiento del Parlamento y consolidó su preeminencia, así como la progresiva instauración de un sistema de monarquía constitucional. Sánchez no se ha debido enterar de los cambios que se han vivido desde el absolutismo hasta nuestros días, porque ha decidido gobernar como el shogun Tokugawa Ieyasu.
Es impresentable que se justifique que no se presentan los Presupuestos porque sería perder el tiempo. Hemos pasado de ciudadanos a súbditos que tenemos que aceptar gozosos este comportamiento despótico. En China no existe un parlamentarismo democrático, aunque hay un Parlamento que es la caja de resonancia de los deseos de Xi Jinping. Todos los países tienen un sistema unicameral o bicameral, pero lo importante es si son o no independientes. La inquietante realidad española muestra que el Congreso es un apéndice de La Moncloa y Francina Armengol no es más que la marioneta de Sánchez. Se ha convertido en una palmera que es incapaz de levantar su voz para exigir que se cumpla la Constitución y que no atropellen el Estado de Derecho. El despotismo que sufrimos, con el desprecio de Sánchez a las Cortes, es posible por la aquiescencia de Armengol, que es una bien mandada, como Conde-Pumpido en el Constitucional convertido en el sumiso brazo ejecutor del sanchismo. Han abrazado la idea de Carl Schmitt de que la soberanía real reside en el más poderoso.
Francisco Marhuenda.De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)