Editorial

Una semana decisiva para el sanchismo

Sánchez es consciente de que el trabajo de los jueces y la Ley son una amenaza y está empeñado en neutralizarla. Lejos queda su impostado compromiso de colaborar con los instructores

No será un final de año cómodo en los tribunales para el Gobierno. Víctor de Aldama, Koldo García, Begoña Gómez, su asesora en Moncloa y el exconsejero madrileño Juan José Güemes deambularán por las diferentes instancias que instruyen los escándalos de corrupción que afectan al Ejecutivo. En Moncloa son muy conscientes de que encaran unos días que podrían cambiar el curso de la historia. Podría parecer una interpretación devenida en hipérbole, pero de igual manera podría no serlo. El caso es que algo deben rumiar en Presidencia, donde no se da puntada sin hilo. Ayer mismo se dieron cita a la carrera en un encuentro político en Alcorcón (Madrid) que María Jesús Montero y Óscar López convirtieron en un acto de desagravio y exaltación del presidente ante el preocupante horizonte. Retrataron a su líder como una víctima de «la amenaza permanente de bulos y mentiras» que después van a «los tabloides» y de ahí «a los tribunales» con el objetivo de «acosar el entorno personal para que nadie dé un paso adelante para ponerse al frente de las políticas de izquierda». «Sabemos que quieren rodearte familiarmente, sabemos que van a por ti porque representas lo mejor del progreso en España», en palabras de la vicepresidenta del Gobierno. Hablamos de dos estrechísimos colaboradores del líder, por lo que no parece exagerado convenir en que Sánchez orquestó una reunión de reparación del propio Sánchez en un jeribeque de decoro perfectamente descriptible. Tal cual. La sobreactuación y el empacho de victimismo denotaron nervios y angustia ante estos días de comparecencias en los juzgados tan preocupantes para el presidente, aunque habría que matizar que unas más que otras. Aldama es la primera pieza de este probable vía crucis para los intereses gubernamentales. Es en este enredo el verso libre e incontrolado y, sin duda, por su condición de «nexo corruptor» y de sanchista arrepentido con pánico a la prisión, una bomba de relojería para la trama delictiva que presuntamente anidaba en el sanchismo. Testificará hoy a sabiendas de que el ex ministro Ábalos le endosó la entera responsabilidad de cualquier irregularidad con Koldo de cortafuegos. Veremos el impacto de las nuevas revelaciones del comisionista que ya provocan la zozobra en el seno del gabinete. Lo de Koldo, después de escuchar a Ábalos, huele a contubernio con Moncloa para cerrar filas y cubrirse mutuamente. En cuanto a la esposa del presidente, cabe esperar silencio. Moncloa defiende que Begoña Gómez utilizó el asistente oficial para actividades privadas. Es un caso de malversación de manual que haría caer a los implicados en una democracia homologable. Sánchez es consciente de que el trabajo de los jueces y la Ley son una amenaza y está empeñado en neutralizarla. Lejos queda su impostado compromiso de colaborar con los instructores que en realidad se ha convertido en obstruccionismo y hostilidad de la mano de la Fiscalía y la Abogacía del Estado. Quien teme a la Justicia no puede presumir de integridad.