El canto del cuco
Querido Ramón
Espero que les cantes las cuarenta, sin acritud, desde esa independencia, a los responsables de la actual política nacional, poniendo frente al espejo el rostro deformado, pintarrajeado, de España
Déjame que te escriba esta carta en la esquina del periódico que compartimos los dos, para desearte lo mejor en la singular y quijotesca aventura que emprendes hoy. Si me hubieras preguntado, te la habría desaconsejado, me imagino que sin éxito, pero ya dispuesto a enderezar entuertos sin posibilidad de vuelta atrás, quiero que sepas que estamos contigo. Los que te conocemos sabemos que no nos vas a defraudar. Te deseo suerte, Ramón Tamames, y valor para aguantar las tarascadas de los mediocres y acomodaticios. Hay mucho malandrín suelto, como sabes. Sólo los que están de vuelta, como tú, han ido antes a alguna parte. Tú vienes de lejos, has transitado muchos paisajes de España y te dispones a alzar patrióticamente la voz en defensa de la Constitución amenazada. ¿Cuál es el problema? Haces bien. Ya puesto a ocupar la tribuna, no te cortes.
Te confieso que de esta estrambótica moción de censura, en la que el partido que la presenta carece de candidato propio a la Presidencia del Gobierno, sólo nos interesa a muchos tu intervención magistral, a pesar de la lamentable filtración, que la desvirtúa un poco de entrada. Tú sabrás recomponer el discurso y vivificarlo. Será, eso esperamos, una lección cargada de intención y sabiduría, en la que ajustes las cuentas al actual poder establecido. Lo demás de la función no pasa de ser la habitual hojarasca parlamentaria, tan ruidosa, con la que cada cual pretende sacar ventajas electorales. Tú eres independiente. Careces de aspiraciones personales. No te veo siquiera votando a Vox cuando pongan las urnas. No es tu mundo. Espero que les cantes las cuarenta, sin acritud, desde esa independencia, a los responsables de la actual política nacional, poniendo frente al espejo el rostro deformado, pintarrajeado, de España. ¡Cómo la están dejando, Ramón! No puede ser que gobiernen el Estado los que reniegan de él, sus propios enemigos. Esta grave anomalía justifica de sobra que te hayas arriesgado a coger la lanza, salir a los caminos y plantarte a la intemperie contra los “hunos” y los “hotros” de Unamuno.
No sé qué pensará Carmen Prieto-Castro, tu admirable mujer , de todo esto, pero seguro que estará orgullosa de ti como siempre. Conociéndote, no la vas a defraudar. La gente que te acusa de viejo, no te conoce. No sabe que tienes previsto vivir algo más de cien años. Eso nos dijiste en la cena de tu 80 cumpleaños, con respaldo de tu médico, apoyado en datos científicos de tu poderosa biología. Así que, si se cumplen las expectativas, tienes cuerda para rato. ¿Qué se han creído? Lo dicho: ¡Suerte!
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