Sin Perdón
Puigdemont sube el pulso contra Sánchez
«No tengo ninguna duda de que está dispuesto a todo para no convocar unas elecciones que significarían el final del sanchismo»
No ha tardado mucho en responder al nuevo acto de trilerismo del sanchismo. Era previsible que no se quedara quieto a pesar del optimismo transmitido por los ineficaces mediadores al inquilino de La Moncloa. El error es partir de premisas que muestran un total desconocimiento de sus interlocutores. Es bueno utilizar el plural, porque no es solo Puigdemont, y también recordar que Sánchez les quería meter en la cárcel y fue el más fervoroso apoyo que tuvo Rajoy para aplicar el artículo 155 CE. No es ni creíble ni fiable, porque actúa como un trilero. La propia amnistía es una demostración de que Sánchez no tiene principios firmes en nada. La suspensión del apoyo al gobierno socialista comunista es una respuesta proporcional a la estrategia de aplazar la cuestión de confianza. Y a esto se suma que se tenga que celebrar una reunión urgente en Suiza, una práctica muy humillante, para ver si es posible restablecer la confianza perdida. Puigdemont muestra una clara posición de fuerza, ya que no tiene nada que perder. Otra premisa equivocada es pensar que la caída del gobierno es mala para Junts o que no puede coincidir en las votaciones con el PP y Vox. Es absurdo. En primer lugar, una cosa es coincidir en las votaciones y otra muy distinta es formalizar un acuerdo. Es algo que olvida interesadamente el sanchismo político y mediático. Le sucede también al PP, como es normal, cuando apoya determinadas iniciativas en el Congreso o recibe el voto de Junts. Es el habitual maniqueísmo mediático del poderoso aparato propagandístico al servicio de Sánchez. Es más lógico, también, que dos formaciones de centro derecha como el PP y Junts coincidan en temas sociales y económicos que en los disparates de la izquierda radical y populista del Gobierno y sus aliados. Es cierto que no hay una ruptura, todavía, entre Sánchez y Puigdemont, pero se ha visualizado que el primero será una marioneta del segundo si quiere mantenerse en La Moncloa. No tengo ninguna duda de que está dispuesto a todo para no convocar unas elecciones que significarían el final del sanchismo. Ahora solo falta ver que nuevas concesiones hace, aunque no es suficiente que vaya a Waterloo para que los españoles comprobemos que no respeta la dignidad que comporta la Presidencia del Gobierno.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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