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Eleuteria

El oro, en máximos

Incertidumbre global, represión financiera y politización de las divisas explican por qué este termómetro del escepticismo está, hoy, en ebullición

El precio del oro ha alcanzado recientemente los 3.000 dólares por onza, su máximo nominal histórico. En tan solo un año, su valor se ha incrementado en torno a un 40%. ¿Qué explica esta vertiginosa escalada?

Como en cualquier mercado, un aumento de precios puede responder a un descenso de la oferta o a un aumento de la demanda. Sin embargo, en el caso del oro, la explicación se encuentra casi íntegramente en la demanda. La oferta de oro es esencialmente fija: no depende tanto de la producción minera anual –que apenas representa un 1% del stock total disponible– como del total acumulado históricamente, que apenas varía. Por tanto, el foco debe ponerse en la demanda.

¿Y por qué la demanda de oro ha aumentado tanto? Fundamentalmente, por dos razones: la compra creciente por parte de inversores privados y la aceleración de las adquisiciones por parte de bancos centrales.

Desde el punto de vista del inversor privado, el oro se convierte en un activo refugio en contextos de elevada incertidumbre y tipos de interés reales bajos. En un entorno de tensiones geopolíticas, guerras comerciales y fragilidad económica, los agentes buscan preservar valor. Y si, además, los tipos de interés reales son nulos o negativos –como ya sucede en buena parte del mundo desarrollado–, el coste de oportunidad de invertir en un activo sin rentabilidad explícita, como el oro, se reduce. Así, el oro gana atractivo frente a activos como la deuda pública, que apenas ofrece rendimiento real positivo.

Pero la demanda no se limita al sector privado. Desde 2022, los bancos centrales han duplicado sus compras netas anuales de oro, alcanzando las 1.000 toneladas. Este cambio de comportamiento responde a motivos estratégicos: tras la expropiación de reservas internacionales del Banco Central de Rusia por parte de EEUU y la UE, otros países han empezado a percibir el dólar y el euro como instrumentos potencialmente políticos. Frente a divisas globalmente útiles pero vulnerables a sanciones, el oro se presenta como un activo apolítico e inconfiscable.

El oro no genera flujos de caja, pero refleja mejor que ningún otro activo la temperatura del sistema monetario internacional. Y si su precio se dispara, es porque crece la desconfianza hacia el futuro del dinero estatal. Incertidumbre global, represión financiera y politización de las divisas explican por qué este termómetro del escepticismo está, hoy, en ebullición.