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El buen salvaje

Muchas armas, pero nadie que quiera empuñarlas

La primera reacción será escondernos y para cuando nos demos cuenta, al salir de la madriguera, ya habremos entregado las bombas que tanta deuda dejará a nuestros nietos

El debate sobre la defensa europea domina el contubernio político, pero no alcanza con esa virulencia a la conversación pública. La población no se anima a construirse un búnker sino que está pensando en cómo cambiar el porche ahora que llega la primavera. Los efectos del cambio climático (los reales y los inventados) provocan más inquietud y ansiedad que la posibilidad de una guerra, que se antoja lejana y sola en las entrañas de otras tierras. El presidente del Gobierno lo sabe, por eso en lugar de defensa habla de seguridad y pretende hurtar a los españoles de ese debate en el que tendría que sacar verbo de ardor guerrero en el que se sentiría mal conjugado, como un aprendiz de latín. Su estrategia puede resultar deplorable, pero es perfecta para sus intereses. En ese sentido, desde la absoluta discrepancia, Sánchez lo ha vuelto a hacer bien de tan mal.

Los europeos se han rendido antes de empezar a luchar. Hace años que dejamos nuestra suerte en manos de los filtros de instagram. Muy pocos estarían dispuestos a ir al frente si fuera necesario. No se trata de si se es de izquierdas o de derechas, esos conceptos tan vacuos, ya que el virus de la apatía es tan fuerte que cruza todos los puentes ideológicos, aunque cada facción lo explica de una manera. La mitad de los jóvenes europeos, según una de esas encuestas que pagamos a la burocracia de Bruselas, cree que habrá una guerra de aquí a diez años. La cara B es que apenas un tercio se prestaría voluntario para defender a su país. De entre todos los millenials de las economías fuertes del continente los que menos entusiasmo sienten por calzarse unas botas son... ¡los españoles! Acabáramos.

Marruecos puede estar tranquilo si se le ocurriera tomar Ceuta y Melilla, por ejemplo, ya buscaría el común una excusa para no hacer nada. Podría avanzar hasta Granada. La culpa será de los Reyes Católicos, que echó de aquellas tierras, de las que manaba leche y miel, a sus legítimos dueños. En La Vega nazarí, uno de los lugares más bellos del mundo, además de piononos, se ve mucho cultivo de cannabis. España ya viene siendo desde el sur un Estado en vías de ser fallido. No es el miedo a la muerte sino la maldición de la anhedonia, la incapacidad para sentir placer si no es con un estímulo del carajo. Para qué, pues, tanto gasto militar si luego no habrá quien lo maneje. La primera reacción será escondernos y para cuando nos demos cuenta, al salir de la madriguera, ya habremos entregado las bombas que tanta deuda dejará a nuestros nietos.