
Biblioteca Harley-Davidson
Motoristas vengativos
Si se prohíbe aparcar en las aceras en una ciudad que las tiene suficientemente amplias para hacerlo, más vale ofrecer un espacio alternativo. Y, ojo, igual de práctico. Si no, guerra al ayuntamiento
Dice el ayuntamiento de Barcelona que el horizonte de cualquier ciudad ha de ser echar a los motoristas de las aceras. No sé la idea que debe tener el ayuntamiento de lo que es «cualquier ciudad». Ni tampoco dónde está categorizada esa ciudad-tipo o a cuáles otras ciudades ha consultado. Pero dudo mucho que «cualquier ciudad» tenga, como Barcelona, 275.000 motoristas confinados en un espacio de cien kilómetros cuadrados.
Así que quien quiera meterse con las motos barcelonesas debe andarse con mucho tacto no sea que, puestos a conjugar el verbo echar, sean los moteros quienes echen a los políticos echadores. 275.000 votos no son ninguna broma. Un respeto. Porque los motoristas son especímenes bastante particulares. Cuando se cruzan dos en una comarcal se saludan con el signo de la victoria. Hablamos de un gremio con un fuerte sentimiento de fraternidad y un sentido del humor muy gamberro. Digamos que lo que más les divierte en el mundo es dar soponcios a Greta Thunberg solo para ver a un gnomo con una rabieta.
Barcelona en los últimos años ha intentado expulsar a los automovilistas poniéndoles todos los obstáculos posibles. Pero los automovilistas, encerrados en sus protectoras cajitas de metal y cristal, son más dóciles y pusilánimes. Nunca oirás decir: «ahí va ese loco del monovolumen». Los moteros son otra cosa, cuidado. Se la suda que los quieran pintar como personificaciones del capitalismo, que devoran carne y destrozan el planeta con sus emisiones, propietarios en su mayoría de opresores penes. Les da igual lo que les llames, mientras no les llames pichón y quieras devorarlos.
Si se prohíbe aparcar en las aceras en una ciudad que las tiene suficientemente amplias para hacerlo, más vale ofrecer un espacio alternativo. Y, ojo, igual de práctico. Si no, guerra al ayuntamiento. Y una guerra con los motoristas te aseguro que es algo que nadie querría experimentar.
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