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Cuartel emocional

Mínimo y máximo

La ministra García no para de cubrirse de escombros; primero con lo de Muface, luego con el Estatuto Marco que aboca a los médicos -antaño tan considerados y hasta ponderados-, a múltiples obligaciones que no les corresponden

Sube el salario mínimo, provocando una grave convulsión en el gallinero del gobierno –gallinero o jaula de loros que conforman esas tías que dicen ser ministras y de hecho lo son-, y, de otro lado, sube también el máximo, que se lo lleva crudo el fulano designado a dedo para orquestar el aniversario de la muerte de Franco, que tanto obsesiona al presidente del gobierno, como baza para ganar popularidad cuando hasta Tezanos la califica de penosa en su última encuesta. Mientras tanto, en España uno de cada tres niños está en el umbral de la pobreza, pero tenemos unos mandatarios de ultraizquierda que extreman los cuidados para que no aparezcan imágenes de los indigentes buscando en los cubos de la basura. Esta noticia intolerable apenas sale en los medios, cuando es bien cierta y no se le dedica la atención suficiente porque lo que importa son los aranceles de Trump, la contratación de Vinicius por parte de los saudíes y si la Montero va a ganar el pulso a Yolanda Díaz, quien, por cierto, nunca repite modelo como la Preysler. Esta última amenaza con subir más el SMI para compensar la tributación a Hacienda mientras que Puigdemont exige que a los catalanes se les haga una subida extra porque tienen más gastos. También importa mucho el juicio por el beso de Rubiales cuando lo que de verdad importa en cuestiones judiciales es lo del fiscal general del Estado, lo de Begoñez, que está como opacado y perdiendo fuerza, y los chanchullos del Pumpido colapsando y aniquilando las cuestiones del Supremo.

Por su parte, la ministra García no para de cubrirse de escombros; primero con lo de Muface, luego con el Estatuto Marco que aboca a los médicos -antaño tan considerados y hasta ponderados-, a múltiples obligaciones que no les corresponden. No es de extrañar que muchos se planteen irse al extranjero donde siguen siendo unos profesionales respetados y remunerados como se requiere para que la vocación no decaiga y la entrega tradicional que el oficio exige por la cantidad de horas diarias dedicadas al enfermo se vea compensada tanto humana como materialmente.

En el horizonte de la guerra de Ucrania hay un hilito de luz, tan fino como un pelo, y el presidente Zelenski no descarta reunirse con Putin cuando exista un plan consensuado con Trump, que es un conseguidor chiflado, pero conseguidor al fin y al cabo. Dicen que el presidente también va a revelar documentos relacionados con extraterrestres, de los que siempre se ha guardado un silencio sepulcral, sobre los atentados del 11-S, sobre el asesinato de John F. Kennedy y el de Martin Luther King, y de los orígenes del COVID. A todas estas la imagen inolvidable de la semana es la del despacho oval con el presidente americano sentado en su mesa de despacho y, a su lado, de pie, su compadre Elon Musk con el más pequeño de sus múltiples hijos subido a los hombros. El pobre niñito, que no paraba de hurgarse en la nariz, está inscrito en el registro civil con el nombre de X AE A-12. ¿Cómo le llamarán familiarmente?

CODA. Me reconcilia con Richard Gere que no haya querido fotografiarse con Sánchez en los Goya por indicación de Antonio Banderas, algo que también me concilia con este último, quien tuvo su momento “ceja” cuando Zapatero, pero todos merecen la oportunidad de rectificar, si bien hay algunos que no tienen remedio.