Cargando...

Mar en calma

Menos pantallas

Suecia ha decidido eliminar las pantallas del aula y nuestros expertos creen que España también debería hacerlo

Tanto Steve Jobs como muchos gerentes de empresas de tecnología han tratado siempre de limitar el tiempo que sus hijos pasan delante de las pantallas de dispositivos electrónicos. Por algo lo hacían.

Nuevas generaciones denominadas «pantallizadas», capaces de utilizar cualquier teléfono o tableta con gran soltura, corren el riesgo de volverse adictos a ellos. Steve Jobs aseveraba: «los niños no pueden utilizar las tabletas más de una hora al día, ni los teléfonos inteligentes más de dos horas al día».

Luego controlar los dispositivos que nuestros hijos tienen en su habitación hasta bien entrada la adolescencia no resulta nada descabellado. No nos sintamos mal por poner un límite más; lo precisan, les estamos librando de una dañina dependencia.

Suecia ha decidido eliminar las pantallas del aula y nuestros expertos creen que España también debería hacerlo. Hay una clara crisis de lectura que quizá se subsane con más libros de texto y menos tiempo de pantalla dentro y fuera de la escuela. Leer cuentos o libros en papel, debatir en familia, comentar el día, reconocer qué podríamos mejorar mañana, en qué nos hemos equivocado hoy (tanto padres como hijos), expresar con sinceridad cualquier emoción que nos invada (nuestros hijos han de saber que no somos superhéroes ni superheroínas), dar gracias por lo vivido en la jornada que termina o incluso aburrirse, es mucho más beneficioso y productivo para nuestra descendencia que el hecho de que permanezcan enchufados al Ipad o al iPhone, ¡y lo reconocen hasta sus propios creadores!

Llevo años usando Twitter y Facebook. Después me uní a Instagram y no son pocas las veces en las que me arrepiento profundamente de ello. Francamente es una adicción en la que todos caemos. Luego limitar su uso me parece razonable. Además está más que comprobado que cuanto más tiempo pasan «pantallizados» más se agria su carácter e incluso se vuelven agresivos cuando toca aparcar la tecnología.

Nos pasa incluso a los mayores.