El bisturí

El Gobierno vuelve por sus fueros y sus bulos

Los servicios públicos se degradan hasta niveles nunca antes vistos por culpa de una gestión nefasta

El Gobierno vuelve por sus fueros, lo que equivale a decir que ha arrancado el nuevo curso político igual que como finalizó el anterior. ¿Qué está haciendo en este tormentoso mes de septiembre? Básicamente, mendiga apoyos de los independentistas catalanes para mantener al filo del alambre la agónica legislatura, intenta dividir a sus rivales políticos para que acepten genuflexos el trato privilegiado a Cataluña, redobla su intención de perseguir bulos cuando él es el principal fabricante y difusor de los mismos, y disimula a base de propaganda y palabrería una pésima gestión de los servicios públicos en áreas tan sensibles para los ciudadanos como son los transportes y la sanidad.

En este degradado contexto hay que enmarcar las negociaciones aceleradas con Junts para la aprobación in extremis del techo de gasto, y la amenaza soterrada de recorte de inversiones en las autonomías gobernadas por los partidos que tendrían que dar su brazo a torcer para que salga adelante esta herramienta clave para la aprobación posterior de los Presupuestos Generales del Estado. La necesidad de tener unas nuevas cuentas públicas es tan acuciante para Pedro Sánchez y sus compañeros de filas, que a cambio del apoyo han decidido incluir mayores márgenes fiscales en ese techo de gasto, lo que significa que las comunidades podrán incurrir en más déficit si los partidos que dirigen sus gobiernos conceden el visto bueno al proyecto y no podrán hacerlo si no lo respaldan. Todo vale, incluso el alejamiento de las reglas más elementales de austeridad y el deterioro económico subsiguiente, a cambio del sí quiero.

También hay que enmarcar en este escenario de funambulismo político el divide y vencerás que de forma tan burda como insistente trata de aplicar el gobierno socialcomunista, esbozando para ello un modelo de financiación que penalizaría a las regiones que se nieguen a capitular ante el trato de favor apalabrado para Cataluña con el partido de Puigdemont a cambio de sus votos. El rechazo del PSOE a convocar una conferencia de presidentes específica sobre el modelo de financiación, su intento de rebajar el tono del debate a un nivel técnico y, por tanto, ininteligible, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, y la treta de buscar reunirse de forma individual con los presidentes de las comunidades para regalar sus oídos y encontrar voces díscolas entre la oposición van encaminados a despejar el camino hacia esa singularidad financiera a la que podrían tener el mismo derecho otras regiones, algunas con graves problemas de despoblación poblacional, dispersión, déficit histórico de inversión del Estado, ausencia de infraestructuras públicas, insularidad o ser polos de atracción de gasto.

Mientras el Gobierno se debate en estas estratagemas con el único y exclusivo fin de perpetuarse, los servicios públicos se degradan hasta niveles nunca antes vistos durante su mandato, por culpa de una gestión nefasta a cargo de los ministros responsables. De todos ellos, posiblemente el que se lleve la palma sea Óscar Puente. Al récord de incidencias en Cercanías hay que añadir en su particular currículum el deterioro que también sufren los viajes de media y larga distancia, mucho más lentos que en 2023. De Sanidad, poco que decir que no se sepa, con récord también de tiempos de espera para operarse y de demora en la aprobación de nuevos fármacos. La ministra Mónica García rizó la semana pasada el rizo de su incompetencia al pedir al gobierno de la ciudad de Melilla que fidelice a los MIR, cuando el personal sanitario de ese territorio depende de ella, a través del Ingesa. Tremendo.