La situación
Gobierno sin periódicos
«Tienden a confundir el bulo con toda noticia cierta que no les gusta que se publique»
El hombre más poderoso de España ha lanzado estos días una campaña contra los poderosos. Debe tratarse de un intento de eliminar a su competencia y quedarse como único poderoso al cargo. Todo parte de los muy comentados cinco días de retiro y reflexión que el presidente del Gobierno decidió tomarse por sí y ante sí. Es el primer caso que se conoce de alguien que necesita parar para reflexionar debido a su decaído estado de ánimo y sabe que ese decaimiento durará exactamente cinco días: ni cuatro ni seis. Y, en efecto, cumplido el plazo prometido, terminó la reflexión y se inició la ampliación del poder al que había amagado con renunciar.
De ese proceso de introspección ha surgido una cruzada contra los medios de comunicación que promueven supuestos bulos y contra aquellos que se hacen eco de tales presuntos infundios. En efecto, hay bulos que consiguen expandirse a través de internet con facilidad. Tanta, que incluso alguna vicepresidenta del Gobierno los ha asumido como ciertos y figuran en el diario de sesiones del Congreso, mientras eran jaleados por el presidente, sentado a su lado. Pero algunas instancias del poder político tienden a confundir el bulo con toda noticia cierta que no les gusta que se publique. Incluso ironizan al asegurar que los únicos indicios que hay sobre posibles irregularidades en el entorno de Moncloa son «recortes de prensa».
Si se echa la vista atrás, desde el caso Filesa en los años 80 hasta las dudas sobre la esposa del presidente en la actualidad –pasando por los casos Naseiro, Púnica, Gürtel o Bárcenas–, casi todos empezaron siendo recortes de prensa. De hecho, Pedro Sánchez alcanzó la presidencia del Gobierno mediante una moción de censura, derivada de una sentencia contra el PP por un caso de corrupción que en origen fue un recorte de prensa.
Como escribió Thomas Jefferson, «siendo la base de nuestros gobiernos la opinión del pueblo, el primer objetivo debería ser mantener ese derecho; y si a mí me correspondiera decidir si deberíamos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría ni un momento en preferir lo último». Moncloa, no.
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