Mar en calma

Generación smartphone

La felicidad es sin duda sentirte agradecido por la vida. Por lo que tenemos, pero sobre todo por lo que somos. Amar la vida es frenar el ritmo y decir un rotundo sí a la vida con lo que venga

El libro de Jean Twenge: «iGen: por qué los chicos superconectados están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente inmaduros» destaca estas tendencias que nos preocupan, especialmente a quienes tenemos hijos de la llamada «generación smartphone»k:

1. Conexión Prolongada: pasan un promedio de seis horas diarias conectados a Internet dificultando así el desarrollo de habilidades sociales esenciales.

2. Afecta negativamente al desarrollo de habilidades críticas de lectura y escritura.

3. Problemas Psicológicos: aumento alarmante en la tasa de suicidio entre los 12 y 14 años, que se ha triplicado en la última década.

4. Deseos Contradictorios: son conscientes de los efectos negativos del uso excesivo del teléfono móvil o el ordenador pero no modifican sus hábitos.

Los teléfonos móviles son herramientas imprescindibles para informarse y conectar con un mundo que a veces parece más digital que real. Psicólogos y sociólogos llevan advirtiendo desde hace tiempo de que la imparable adicción tecnológica puede tener importantes efectos secundarios en su personalidad.

Tenemos el compromiso y la responsabilidad de alimentar la autoestima y seguridad de nuestros hijos, con cariño y comprensión para impedir que sean débiles o vulnerables. Ojalá consigamos ralentizar estas adicciones y el ritmo de vida para tener más salud, menos estrés y dejar de ser presa de la tecnología.

Nuestros hijos pertenecen a la generación de la inmediatez. Nos bombardean con su «quiero esto y la quiero ya. Y además tengo que ser el primero en tenerlo». Esto, unido al concepto «genderfluid» o género fluido (no se identifica con una única identidad de género, sino que va fluyendo entre ellas) lejos de empoderarles, consigue confundirles más e incluso que encuentren más dificultades para encontrarse a sí mismos.

La felicidad es sin duda sentirte agradecido por la vida. Por lo que tenemos, pero sobre todo por lo que somos. Amar la vida es frenar el ritmo y decir un rotundo sí a la vida con lo que venga.