Sin Perdón
La «foto de Colón» que quiere Sánchez
«La moción de censura se convertirá en un espectáculo político al servicio del candidato/presidente, porque la verdad es irrelevante»
Como era previsible, las municipales y autonómicas han exacerbado la estrategia socialista para radicalizar la sociedad con el fin de conseguir la movilización de sus votantes. El objetivo es lograr una nueva «foto de Colón» que esconda las carencias del Gobierno socialista comunista, los enfrentamientos entre los socios y la lamentable sumisión a ERC y los filoetarras. Los datos objetivos son demoledores, aunque es cierto que Sánchez cuenta con un decidido y abrumador apoyo mediático. Un viejo escándalo de corrupción sacado de contexto, gracias a la inestimable colaboración de un juez, consiguió que prosperara la moción de censura contra Rajoy. En cambio, no hay escándalo de corrupción que afecte al PSOE que sea capaz de provocar un efecto similar. No hay más que ver lo sucedido con los ERE. La explicación reside, precisamente, en la adhesión que despierta la izquierda entre periodistas, politólogos, columnistas, actores, productores, músicos…. Al mundo de la cultura no le produce ninguna vergüenza apoyar al PSOE y Podemos mientras es cicatero a la hora de reconocer los aciertos del PP.
Es lo que ha sucedido en otros países como Estados Unidos y la mayor parte de Iberoamérica. Por eso, la estrategia de la radicalización ideológica y la estigmatización del centro derecha obtiene un excelente resultado. Al final todo se reduce a una simplificación parecida a las malas películas de serie B producidas por Hollywood al servicio de la propaganda militar estadounidense y en defensa de su modelo de vida. Era algo que se aplicaba a la gran mayoría de las películas desde la Guerra de Independencia a la Guerra Fría, pasando por la Conquista del Oeste o cualquier otro conflicto. Estados Unidos es el bien y sus adversarios son el mal. El presidente mexicano Antonio López de Santa Anna era un opresor y un malvado solo porque no quería «regalar» Texas a Sam Houston, Stephen Austin y el resto de los comerciantes depredadores que se querían enriquecer. La épica independentista se centra en El Álamo y la victoria en la batalla de San Jacinto. La realidad es que la codicia de esos y otros «patriotas» condujo a que el poderoso vecino del norte se quedara con una parte muy importante de México. Nada más y nada menos que el 55% de su territorio, que son los actuales estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, la mayor parte de Arizona y Colorado y algunas zonas de Oklahoma, Kansas y Wyoming. La propaganda cinematográfica hizo que los mexicanos fueran presentados como campesinos violentos de escasa cultura o hacendados explotadores.
Nuestra particular película de serie B se puede titular «La coalición del miedo». Sánchez y sus propagandistas no se refieren a su propia realidad, un gobierno de socialistas y comunistas con el apoyo de independentistas y filoetarras, sino a una posible coalición del PP con Vox. Por ello, los mensajes de los miembros del gabinete y sus palmeros mediáticos se centran, precisamente, en un imaginario retroceso de libertades y derechos que se produciría con un gobierno de Feijóo. La política de la izquierda española es tan zafia e inconsistente que no tiene parangón en la UE. Es verdad que en Iberoamérica ha sido eficaz, aunque tengo que reconocer que algunos candidatos del centro derecha eran muy torpes e incluso impresentables. Les ponían la zancadilla, la miraban e iban a por ella para darse de bruces. Por cierto, es lo que sucedió con Trump en Estados Unidos. Le derrotó el peor candidato que tenían los demócratas, porque nadie quería presentarse. La estrategia del miedo favoreció la movilización y perjudicó a los republicanos, aunque sacaron el mejor resultado de su historia. No hay peor error que seguir la estrategia de tu rival. La arrogancia y la soberbia son muy malas consejeras.
Vox le ha regalado a Sánchez una nueva «foto de Colón» con la moción de censura. Es lo que esperaba para cohesionar a la mayoría de investidura. Cada vez estoy más convencido de que Abascal no quiere desalojar a los socialistas y los comunistas de La Moncloa, sino que sueña «a la italiana» para dentro de diez años ser Meloni. No encuentro otra explicación. Sánchez tendrá sus dos mociones de censura y el mensaje a su electorado de que el centro derecha está obsesionado contra él. Mientras tanto, el aparato propagandístico de La Moncloa está volcado en su proyección internacional, enmascarar los fracasos de la coalición y despilfarrar decenas de miles de millones para favorecer su campaña de reelección. Por supuesto, la izquierda mediática y cultural minimiza o ignora todo aquello que pueda perjudicar a Sánchez. Lo habitual.
La moción de censura se convertirá en un espectáculo político al servicio del candidato/presidente, porque la verdad es irrelevante. Lo único que le interesa es colocar sus mensajes electorales. Es lo que sucede con las encuestas del CIS, porque cumplen su papel con gran utilidad e incluso eficacia. La estrategia es sembrar la duda y trasladar que es posible que la izquierda pueda gobernar. Son titulares que se leen en los periódicos o escuchan en las radios y las televisiones. Las redes sociales son el poderoso instrumento que permite trasladarlos al conjunto de la opinión pública. El problema del Gobierno de Sánchez no es el PSOE, sino sus poco recomendables socios y aliados parlamentarios. Otros cuatro años con Iglesias y sus acólitas, los independentistas imponiendo sus condiciones y aguantando el proceso de blanqueamiento de Otegi y los herederos de ETA es un panorama tan inquietante como desolador. Lo que hemos vivido con la sedición, la malversación, los indultos, la ley del «solo sí es sí», la ley trans, el asalto a las universidades de Subirats, el impresionante endeudamiento, la ley de la memoria…. empalidecerá con lo que se nos viene encima con el populismo y el independentismo.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
✕
Accede a tu cuenta para comentar