La situación

Esquivar la grandeza

Moncloa ha tratado de convertir en natural –y lo ha logrado– que el presidente del Gobierno señale como antagonista a la presidenta de la Comunidad de Madrid

Estar en el poder ofrece a quien lo consigue determinadas ventajas políticas, como es natural para quien ha reunido el apoyo suficiente para ocupar puestos de tan alta responsabilidad. Al margen de las herramientas destinadas a la gestión diaria de los asuntos públicos, hay otras que se escogen para las disputas con la oposición, que son consustanciales a un régimen de libertades. Entre ellas está el privilegio de seleccionar a sus enemigos. Y, entre ellos, aquel o aquella a quien otorga la primacía en sus invectivas.

La lógica propia de un sistema que se fundamenta en el voto es que quien lidera el partido de la oposición sea considerado el contrincante natural de quien preside el gobierno. Pero en España nos gustan los giros inverosímiles, y el jefe del Gobierno dribla al líder de la oposición, para encararse, como un delantero a un defensa, con la presidenta de una comunidad autónoma.

Nadie imagina al presidente de Estados Unidos eligiendo como contrincante al gobernador de Nebraska, ni al canciller alemán disputándose la primacía diaria en los titulares de prensa con el presidente del lander de Renania-Palatinado. Sin embargo, en España, Moncloa ha tratado de convertir en natural –y lo ha logrado– que el presidente del Gobierno señale como antagonista a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y no es fácil discernir si esa anomalía satisface más al presidente del Gobierno o a la presidenta de la Comunidad.

La decisión de Moncloa de elevar a Isabel Díaz Ayuso a líder de la oposición pretende, como resulta obvio, desdeñar a Alberto Núñez Feijóo. Y es innegable que la estrategia tiene cierto éxito. Pero también es una muestra de las naderías que, en ocasiones, se apropian de la actividad política. Desvela la tentación que sobrevuela los despachos del palacio presidencial de esquivar la grandeza que le debería ser propia a tan alta magistratura como es la presidencia del Gobierno. Pedro Sánchez ha decidido empequeñecerse, porque, igual que en el fútbol, se puede jugar a la vez en primera división y en la Champions. Pero esas competiciones no son compatibles con jugar también en segunda división... salvo para el sanchismo.