Letras líquidas
Ensoñaciones y olvidos
Ni en el pacto firmado por el PSOE y Junts ni en la exposición de motivos de la ley de amnistía, de once folios, ni en el discurso de investidura de Sánchez se menciona el órdago al orden constitucional
Le decía Luis Mateo Díez a Alsina en «Onda Cero» sobre nuestro tiempo que «hay demasiada realidad» y «ni siquiera refugiado en lo imaginario puedo evitar que me caiga encima». Reflexionaba en voz alta el premio Cervantes 2023 al hilo de uno de los debates inherentes a la condición humana, irresoluble «per se», sobre la compleja relación entre realidad y creación, entre lo que nos rodea y aquello que construimos y con lo que nos evadimos. Uno de los «leitmotiv» literarios que ha sido objeto de ensayos, deliberaciones y cavilaciones. Lo que es y lo que podría ser. Dos mundos que conviven en el arte, pero que se deslizan hasta el absurdo al dirigirse a otros ámbitos. Ni en el derecho ni en la política, por ejemplo, funcionan las disociaciones entre hechos e imaginaciones. O no deberían, porque su confusión conduce a desatar esa amenaza tan temida por las democracias que es la inseguridad jurídica: las fluctuaciones caprichosas que minan los sistemas políticos. Sabemos, porque así lo apunta la ciencia, que los recuerdos pueden ser antojadizos y volubles o, al menos, selectivos y es, precisamente, en esos parámetros en los que nos movemos en las cuestiones relativas al soberanismo catalán.
Si la sentencia del «procés» dictada por el Tribunal Supremo en 2019 ya generó suficiente controversia al calificar de «mera ensoñación» el intento de «fundación de la república catalana», ahora pareciera que los acontecimientos que mantuvieron a España en vilo en septiembre y octubre de 2017 no hubieran ocurrido nunca: las «leyes de desconexión» y la declaración unilateral de independencia han desaparecido del lenguaje político. Como si un velo de invisibilidad los hubiera cubierto. Ni en el pacto firmado por el PSOE y Junts ni en la exposición de motivos de la ley de amnistía, de once folios, ni en el discurso de investidura de Sánchez se menciona el órdago al orden constitucional. Y esa disociación con la realidad solo puede explicarse recurriendo a la distancia que va de Calderón a Borges: de los «sueños que sueños son» al «olvido que seremos».
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