España
Ni un día más en el Ayuntamiento
El Ayuntamiento de Madrid no es uno más. Tiene una dimensión nacional, por lo que supone ser la capital del Reino. Quienes forman su Gobierno están condicionados no sólo por el deber de servicio público y por la confianza depositada por los ciudadanos, sino porque representan la imagen de la ciudad más importante de España. La llegada de la extrema izquierda al consistorio nos fue anunciada como un tiempo nuevo, de regeneración, pero lo que ha ocurrido en estas pocas horas lo desmiente. Las costuras morales del Gobierno presidido por Manuela Carmena se han comenzado a descoser. El escándalo de los mensajes en las redes sociales de varios de sus concejales ha dejado al descubierto el perfil de unos personajes de moralidad repudiable. De su teclado salían toda clase de mensajes ofensivos contra los judíos, las víctimas del terrorismo, las víctimas de otras violencias, incluida la de género, las mujeres... y de comprensión con ETA. El concejal de Cultura y Deportes, Guillermo Zapata, fue pródigo en tuits que retratan su humanidad, o mejor su falta de humanidad: «¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero» o «Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcácer para que no vaya Irene Villa a por repuestos». Son sólo una muestra; escribió más. Zapata se disculpó ayer con la jactancia propia de unos personajes que se creen por encima del bien y del mal, falsos humildes que sólo esconden soberbia. El concejal habló de que sus mensajes se habían «descontextualizado», pero reconoció que siempre le había gustado «el humor negro y cruel». «Lo considero una expresión sana para reírnos de los horrores que hacemos los seres humanos». Anunció que no dimitirá, porque «no es razonable ni políticamente útil». Con todo, lo peor de este bochornoso episodio con el que debuta el populismo, apoyado por el PSOE, en la gestión de Madrid fueron las reacciones. El silencio de Manuela Carmena y de Podemos o los apoyos explícitos como el de Tania Sánchez. O la réplica edulcorada de Antonio Miguel Carmona y los socialistas, pidiendo explicaciones. O Pedro Sánchez, con la callada por respuesta. Sólo el PP y Ciudadanos actuaron como se espera en una institución democrática, en la que la ejemplaridad y el respeto lo son todo. La pelota está ahora en el tejado de la nueva alcaldesa. Pronto le ha llegado la oportunidad de demostrar a los madrileños y a los españoles que todo lo que prometió sobre una nueva forma de hacer y entender la política, desde la dignidad, la honradez y la ética, era cierto. Manuela Carmena dirige un equipo manchado por la ignominia. Si no lo limpia, ella misma y su gestión quedarán contaminadas. Tampoco hay excusas para el PSOE, que debe exigir la destitución si no quiere que el barro le salpique. Mofarse de la tragedia ajena no puede ser una conducta admisible en el Ayuntamiento de Madrid.
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