
Y volvieron cantando
Cuando me necesites, ¿estaré?
La sensación en la UE desde el cabo de San Vicente hasta los Cárpatos es la del que se contempla como no invitado a la mesa precisamente porque podría acabar formando parte del menú.
La respuesta es sí. Cuando a Sánchez –agotadas antes por supuesto todo tipo de imaginativas vías– no le quede más remedio que llamar a la puerta del PP en busca de una amplia mayoría parlamentaria que habilite el inevitable e ineludible aumento del gasto en defensa ocurrirá que, además del justificado reproche por no haber llamado mucho antes al jefe de la oposición por una línea común frente al inquietante nuevo tablero internacional, tendrá por respuesta un SÍ rotundo si acaso salpimentado con algunas condiciones de cara a la feligresía del centro derecha, que en los tiempos que corren y como ocurre con la de la izquierda suele renunciar a gran parte de sus principios con tal de no dar oxígeno al adversario político.
Confirmado el puntapié de Trump al tablero geopolítico mundial plasmado en la soledad de una Europa que se contempla a sí misma como el aprisionado relleno de una galleta oreo entre el narcisista presidente norteamericano y el ruso Vladimir Putin acostumbrado dicho sea de paso desde su dilatada experiencia en la soviética KGB a manipular a narcisistas, la sensación en la UE desde el cabo de San Vicente hasta los Cárpatos es la del que se contempla como no invitado a la mesa precisamente porque podría acabar formando parte del menú y es aquí donde la adocenada dama europea tendrá que demostrarse a sí misma que tiene capacidad para reaccionar y lo que es más difícil, mostrar una cohesión entre 27 socios que en casos como el español han de responder ante el doméstico patio político. Si la pasada legislatura estuvo marcada por la inesperada llegada de la covid, tal vez en esta la nueva e inimaginable variante sea la de coger por los cuernos al inevitable toro del aumento en el gasto militar, lo que choca por una cuestión de pura supervivencia con Sumar como socio de gobierno y por la misma razón con Podemos, los morados con las manos bastante más libres para actuar.
La del Golfo fue un guerra discutiblemente justa y Aznar solo recibió del PSOE patadas propinadas hasta en una jornada de reflexión. Lo de ahora es una causa justa y el PP estará a la altura como partido de gobierno y primera formación del país. Pero Feijóo cuando toque habrá de explicarlo, porque de momento su móvil no recibe llamadas de la Moncloa.
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