Alfonso Ussía
Votos y destape
España votó feliz e ilusionada hace cuarenta años. Y se destapó. Desapareció la censura puritana, y se admitieron los desnudos «siempre que el guión los justificara». Se justificaron con gran facilidad. El destape tuvo protagonistas geniales, desde Antonio Ozores a Alfredo Landa, pasando por Juanito Navarro, Esteso y Pajares. Y ellas no desmerecían. Amparo Muñoz, las Estrada, María José Cantudo... En una película que se rodó en Torrelodones, el guión justificó que Antonio Ozores y una conocidísima actriz rodaran una tórrida escena de cama. -¡Acción!-, ordenó el director y Antonio y la actriz actuaron con naturalidad y pericia. - ¡Corten! ¡Muy bien, ha salido la escena redonda!-. Y Ozores, desde la cama corroboró la excelencia de la actuación. -Claro que ha salido redonda. Lo hemos hecho de verdad-. Muchos torturadores con ínfulas intelectuales, reniegan de la época del destape. No hicieron otra cosa que mostrar con humor, desparpajo y muy poco dinero, los sueños y fantasías del español medio, del hombre y la mujer de la calle. Se originaban situaciones divertidísimas que calificaban por sí solas el comportamiento de la sociedad. Se estrenó «La Lozana Andaluza» cuya protagonista era una actriz italiana impresionante. En una escena, vertía sobre su desnudo un búcaro de agua fresca. El cine estaba a rebosar. Llegaba la escena del búcaro, y la mitad de los espectadores abandonaba el local. Les importaba un pimiento el guión, la iluminación y la interpretación de los actores. Vista la escena del desnudo integral, el cine quedaba casi vacío. Mariano Ozores rodaba una de destape. En el guión se establecía que Antonio su hermano y una actriz monísima y despampanante se encontraban en el claro de un bosque, se miraban, se abrazaban, se besaban y terminaban cumpliendo apasionado fornicio. Pero Antonio supo de un detalle estremecedor. Que la actriz, para mejorar su riego sanguíneo, desayunaba café y unas tostadas de ajo. Y convenció a su hermano Mariano para que esa escena, que nada tenía que ver con la historia de la película aunque el guión la justificara, la protagonizara el actor principal, que era Alfredo Landa. Llegó Alfredo al rodaje, fue informado, palideció y emitió su veredicto. «Los hermanitos Ozores sois un par de cabrones con pintas».
Eran tiempos libres. En las elecciones municipales que ganó con contundencia el PSOE del Viejo Profesor, don Enrique Tierno, a Jorge Verstrynge que encabezaba la lista de Alianza Popular –sí han leído bien, Jorge Verstrynge–, don Enrique se marcó un chotis con Flor Mukubi, Miss Guinea Ecuatorial, que influyó más que cien mítines electorales. «Don Enrique se menea/ con la nena de Guinea,/ suavemente toquetea/ su culito respingón,/ y la nena que era sosa,/ y altamente pudorosa/le protestó candorosa: /¡Don Enrique, ‘‘uté é’’ un tocón!». Me escribió don Enrique: «Gracias por esos versos inspirados en mi chotis con la señorita Mukubi. Han ayudado a mi victoria». Don Enrique obtuvo también mi voto, porque ya en aquellos tiempos, Verstrynge me producía incontenible repelús. El destape también llegó a la política. Hoy las feministas y los comisarios de lo políticamente correcto, habrían llamado a Tierno machista, cavernícola y facha.
Años de libertad, de acuerdos, de tolerancia, de olvido de rencillas y de enfrentamientos, de buena educación y mejores intenciones. Años durísimos, en los que España sufrió y resistió la sanguinaria presencia del terrorismo del GRAPO y sobre todo, de la ETA. Fue el gran fallo. La insensibilidad de los Gobiernos ante el dolor de las familias de las víctimas. España votó y se destapó. España hablaba con libertad y sin cursilerías de género. Aquella España, mucho más pobre que la de hoy, se sostenía con un sistema impositivo medido y dialogante. No la añoro porque fuera más joven. La añoro porque fui más libre.
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