Carmen Enríquez
Una decisión acertada
No ha sido una decisión tomada de forma apresurada por el Rey y sin sopesar antes todos los pros y los contras de estar hoy en la manifestación de rechazo al terrorismo yihadista sino todo lo contrario. El hecho de viajar a la capital catalana este sábado es la forma lógica por parte de Don Felipe de manifestar su compromiso con el dolor que ha golpeado a toda Cataluña de forma brutal e inhumana. Nada ni nadie podía impedir al Jefe del Estado compartir con los ciudadanos su repulsa a los salvajes atentados de la semana pasada, su deseo de expresar como primera autoridad del país su total solidaridad con las víctimas y sus familiares.
Por encima de insidias y ruindades, interpretaciones torticeras, acusaciones ignominiosas y otros intentos de manipulación, la voluntad del Rey ha sido clara y nítida: él quiere estar en la manifestación de Barcelona. En la cabecera o en la segunda o tercera fila de la marcha, eso es lo de menos, pero allí, porque es allí donde quiere estar. Por encima de cualquier otro tipo de consideraciones.
Poco ha pesado en su ánimo que sus padres, los anteriores Reyes, no hayan asistido jamás a una manifestación. Eran otros tiempos y había otras razones que determinaron su ausencia. Cuando era heredero de la Corona sí encabezó la marcha posterior al 11-M. Lo que sí importa ahora es que Felipe VI, primer Monarca español que va a participar en una manifestación, quiera unirse al grito unánime de los que, tras el minuto de silencio en Plaza Cataluña, corearon ese «no tinc por» que se ha convertido en lema. Y subrayar así lo que afirmó junto a la Reina el sábado en Barcelona: «No tenemos miedo y no lo vamos a tener nunca».
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