César Vidal
Trump Anno Primo (y III)
Previamente, me he detenido en varios aspectos de este primer año de Donald Trump. En términos económicos, ha sido para el empleo y las inversiones. Para los partidarios de la dictadura de la ideología de género, ha constituido un annus horribilis, pero para decenas de millones de americanos ha significado un faro de esperanza frente a todo lo políticamente correcto. Quedan por analizar aquellos aspectos en los que Donald Trump bien que habría querido cumplir con su programa, pero le ha resultado imposible. Por supuesto, la sustitución del Obamacare por un sistema más racional sigue en el aire aunque la responsabilidad hay que descargarla sobre un partido republicano que no ha dejado de echar pestes por su boca, pero que, por lo visto, no ha contado con tiempo para buscarle una alternativa. Con todo, el mayor fracaso de Trump ha sido hasta la fecha la articulación del nuevo orden mundial en el que soñaba. Trump fue siempre consciente de que el gran rival de Estados Unidos no es Rusia sino China y que, por lo tanto, lo más sensato era conducir una política de distensión hacia el Kremlin que evitara la alianza de los dos colosos. Igualmente, Trump era más que consciente de que no puede diferenciarse entre un terrorismo islámico y otro porque todos son malos como el infierno. Incluso contaba con llegar a algún acuerdo en el conflicto entre Israel y los palestinos. El peso de los lobbies no ha permitido a Trump dar apenas un solo paso en la dirección que soñaba. De entrada, con un presupuesto empleado en enfrentarse con la supuesta amenaza rusa que supera el PIB español, Trump no tiene la menor posibilidad de impulsar una distensión con Putin. Simplemente, los fabricantes de armas y los políticos que reciben su respaldo en las campañas electorales no se lo consentirán jamás. Tampoco ha podido Trump plantear un frente global contra el terrorismo islámico. Se ha visto obligado a convertir a Irán en supervillano y a presentar a otras naciones –¡que sustentan a ISIS y a otros grupos terroristas!– como aliados ilustrados. El que estas decisiones vayan acompañadas de jugosos contratos comercial-militares seguramente no compensará la amargura de abandonar una geoestrategia sensata por otra de continuidad. Lo más posible es que todo siga así. Tendremos a un presidente con buena trayectoria económica y enorme impotencia internacional.
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