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Cástor Díaz Barrado

Sin voluntad

La Razón La Razón

El conflicto del Sahara tiene una difícil solución. No hay voluntad por las partes en el conflicto ni, tampoco, se aprecia que la comunidad internacional haya decidido acabar con los enfrentamientos que, desde hace años, tienen lugar en el espacio sahariano. Asistimos, en la actualidad, a un recrudecimiento de las actividades de carácter militar y a un debilitamiento de las vías de la negociación que pudieran llevar a una solución estable y duradera. El derecho internacional juega un papel muy limitado y, sin duda, la férrea voluntad de Marruecos de incorporar el territorio del Sahara a la soberanía marroquí supone un obstáculo difícilmente salvable. El pueblo saharaui dispone del derecho a la autodeterminación y debe ejercerlo y, por ello, lo más importante sería buscar un acuerdo que respetara el ejercicio de este derecho. Los intereses políticos, en ocasiones, priman sobre las ganancias económicas y la prolongación indefinida del conflicto produce un profundo desaliento. Ni España ni Francia asumen un papel protagonista en el conflicto y ni tan siquiera los Estados Unidos revelan una voluntad real de buscar soluciones. La situación en el Sahara languidece sin que se vislumbre un arreglo justo y real. En el Sahara no acontece un conflicto olvidado sino, más bien, una controversia permanentemente estancada. La decisión de Marruecos de retirarse del sur del Sahara, a instancias de las Naciones Unidas, se produce en el marco de la falta de entendimiento y con el objetivo de no agravar más la situación que se vive en algunas zonas. Pero nada apunta a que se estén sentando las bases para alcanzar un acuerdo final. En el Sahara no hay acuerdos ni soluciones y, tampoco, voluntad. La labor de Naciones Unidas es insuficiente para resolver el litigio y sus resoluciones tan sólo deben servir de base para adoptar decisiones. Entretanto, continúa el dolor del pueblo saharaui y las consecuencias de «una descolonización» improvisada. El futuro en el Sahara no es incierto sino, sobre todo, ignorado e irreconocible.