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La negociación es un medio muy útil para la solución de las controversias en la escena internacional. Buscar el acuerdo entre las partes puede poner fin a un conflicto por distantes que sean las posiciones que se asumen al principio. La situación en Siria exige un mínimo acuerdo entre las partes que combaten y que, desde hace tiempo, se enfrentan en el territorio de este Estado, siendo así que mantienen posiciones irreconciliables. No parece que exista posibilidad alguna de que las fuerzas de la oposición siria y las tropas de Al-Asad lleguen a algún tipo de acuerdo. Da la impresión de que el resultado de cualquier negociación está condenado al fracaso. Mientras tanto, todos esperan una solución puramente militar a este conflicto. No se vislumbran cesiones ni por una ni por otra parte y, en realidad, las fuerzas en conflicto mantienen inalterables sus exigencias desde el principio. Todo hace presagiar que el conflicto en Siria no se resolverá a través de la negociación sino que habrá que esperar al triunfo de una de las partes en conflicto. Para ello, las posiciones de los estados que conforman la comunidad internacional resulta fundamental. Rusia ha tomado una cierta iniciativa en este conflicto y presenta posiciones mucho más sólidas que las que tienen, en la actualidad, los Estados Unidos y sus aliados. No obstante, se van despejando algunos aspectos de la situación en Siria, una vez que resulta inminente la caída definitiva del Califato. El Gobierno de Siria y la oposición deben dialogar y llegar a acuerdos pero, sobre todo, la negociación debe ser ahora entre quienes apoyan las dos principales opciones que se enfrentan en territorio sirio. Estados Unidos y Rusia deben negociar y buscar una solución al conflicto, en el marco de la labor que desarrolla Naciones Unidas. El conflicto sirio reclama una pronta solución que se fundamente en el respeto de los derechos humanos y que ponga fin, definitivamente, al uso de la fuerza en las relaciones internacionales.