Cástor Díaz Barrado
Sin excepción
Se sabía que iba a suceder. El populismo alemán ya tiene representación parlamentaria. No hay Estado en la Unión Europea que juegue un papel central en este esquema de integración y que no haya experimentado el populismo en su ordenación interna. No hay excepciones significativas. Los populismos no quieren una unión entre los Estados europeos, son partidarios de la patria y, en el caso español, de la patria fragmentada. Hace tiempo que los defensores de la Unión son conscientes de esta realidad, que no cabe menospreciar. Es verdad que los populismos gritan y se estremecen y que exageran, hasta el infinito, las reacciones y las respuestas. La moderación y la calma definen, en esencia, a quienes quieren una Europa unida. Alternativa para Alemania es una imagen. No les gusta Europa, sólo les gusta Alemania. A los populistas en España tampoco les gusta España. El modelo europeo está en entredicho. Los importantes avances que se han producido en una Europa eternamente convulsa no importan ni se tienen en cuenta. Los objetivos de quienes quieren la Unión están más claros que nunca. Se deben adoptar medidas políticas y económicas que resulten irreversibles y que tiendan a una mayor unión entre los europeos. Hoy más que en otras ocasiones, Europa es un refugio para el bienestar y para la afirmación de la democracia. Es un error pensar que hay diferencias entre el populismo y el nacionalismo. La ultraderecha alemana no tiene otro espacio que la afirmación sublime de lo alemán, es una expresión profunda del nacionalismo, lo que supone el origen de la disgregación en Europa. El fortalecimiento del euro es, por lo tanto, imprescindible y se necesitan muchas iniciativas que promuevan el europeismo. Es la única forma de dar respuesta a los populismos. Algunos Estados de la comunidad internacional no ven con buenos ojos la unión de los europeos y les produce réditos su desaparición. En el corazón de la Europa unida habitan, con representación política, quienes buscan destruir un proyecto común. Es el momento de avanzar rápidamente en una mayor integración, pero también, debemos generar una nueva ilusión por Europa.