Política
Rajoy, pieza de caza mayor
España siempre ha sido un país de contrastada y vasta cultura cinegetica. Una afición que en estos convulsos tiempos politicos está siendo puesta al día por quienes, en muchos casos sin haberlo conseguido por la vía de las urnas pretenden, primero desalojar del poder a sus adversarios para después tomarlo, ya se verá a costa de qué precio y alianzas y siempre con prisas a veces desmedidas. La caza de piezas mayores se ha puesto de moda sin atenerse además a las más elementales reglas cinegeticas. Se organiza la batida y al final de la montería se hace recuento de trofeos manteniendo el objetivo de acabar torciendo tarde o temprano la cerviz de cabezas mucho mayores y si es posible de la principal. Se equivocan quienes puedan pensar que la caída esta pasada semana del fiscal anticorrupción Manuel Moix pone fin a una verdadera y auténtica operación de acoso y derribo que tiene por extensión al fiscal general José Manuel Maza y al propio ministro de justicia Rafael Catala –por cierto innecesariamente expuesto motu propio ante los focos– como principales objetivos. El trofeo realmente codiciado no es otro más que el propio presidente del Gobierno.
Más allá del día a día de nuestra trifulca política doméstica, con el renacido Pedro Sánchez haciendo hincapié en la tardanza de la citada dimisión de Moix o la fijación del líder de Podemos Pablo Iglesias remarcando junto a su «alter ego» Irene que «caen cabezas para que siga la trama», lo que realmente subyace es una feroz, encarnizada e inmisericorde batalla donde no cabe hacer prisioneros y que se juega en un triple tablero. El político –con muchas derivadas no nos engañemos–, el mediático en el terreno instrumental y el de la trinchera más puntual y cercana que se corresponde en este caso concreto de la fiscalía con intereses cruzados Ideologicos, partidistas y de simples miserias trufadas de prebendas y ambiciones personales.
Pero ampliando de nuevo el «gran angular» de la situación, lo que realmente se muestra es un auténtico magma desde ámbitos como el político, el judicial e incluso el de supuestos referentes sociales en el que, dicho sea de paso con eficacia por demostrar se sitúa al jefe del Gobierno Mariano Rajoy como primer objetivo del acoso y derribo. Existe desde los comicios de 2015 una indisimulada linea de voracidad desde la izquierda y parte de la llamada «nueva política» por reclamar el poder arrogandose una supuesta legitimidad de regeneración a costa del «pin, pan, pun» contra la figura de un Rajoy ganador –pírrico eso sí–, de las últimas tres elecciones y tal vez por ello, no sólo ONG subvencionadas como Intermon sacando el «cabezudo Mariano» a las calles culpabilizandole en un alarde estratosferico de demagogia de la no acogida de dieciséis mil refugiados, sino parte de la oposición política y en especial socios «preferentes» como Ciudadanos deberían reparar en que el alto listón que ahora señalan es el mismo que habrán de aplicarse a sí mismos. Nada es gratis. Los gulag acabaron acogiendo como inquilinos a muchos de sus inspiradores.
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