César Vidal

¡Pobre George Bailey!

La Razón
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En estas fechas, vuelvo a ver dos películas: «Muchas gracias, mister Scrooge» y «¡Qué bello es vivir!». Hace tiempo llegué a la conclusión de que regreso a ellas porque retratan un mundo ya extinguido y mejor que el presente. Juzguen ustedes sobre la historia de George Bailey, el héroe anónimo de Capra, que descubre que merece la pena seguir luchando porque en esta vida existen la familia, los amigos y, sobre todo, el individuo y la libertad. Bailey hoy no sobreviviría. De entrada, su mujer jamás habría dejado el trabajo para atenderle en una casa con corrientes y niños. Aunque sólo fuera para pagar la hipoteca, seguiría empleada y volvería loco a George con la conciliación. Seguramente, al inicio de la película, George estaría ya divorciado, acosado por el pago de las pensiones de alimentos y suerte tendría si la abogada de su ex para estrujarlo más no lo acusaba falsamente de ser un maltratador. A los hijos los vería los fines de semana, pero pegados al móvil, está por ver si hablaría mucho con ellos. Tampoco podría contar con que apareciera una nube de amigos para agradecerle las buenas acciones pasadas. Ya tendría suerte si no se vengaban del bien recibido. Por lo que se refiere al ángel Clarence, todos sabemos que, a lo sumo –y ya sería–, podría contar con que un empleado del ayuntamiento, colocado por la cercanía a la Carmena o a la Colau de turno, le indicara la existencia de ayudas sociales. También es verdad que siendo nacional y varón, lo más seguro es que no pudiera solicitarlas. En cuanto a los villanos... vamos a ser sinceros, el miserable Potter y otros canallas sangrientos de Capra son tiernos niños de teta comparados con Montoro. A menos que el pobre George se hubiera beneficiado de esa amnistía fiscal cuyo contenido sólo conocen el actual ministro de Hacienda y Dios, seguramente habría quebrado mucho antes. En medio de ese mundo real como la vida misma, todo se movería en contra de que George intentara seguir siendo libre presionándolo más bien para terminar de ovejunizarlo para que viera telebasura, se dejara vaciar los bolsillos por Hacienda y fuera a votar cuando le dijeran. ¡Pobre George Bailey al que han ido quitando el amor, la familia, el dinero, la asistencia del cielo, pero al que dicen que vive en la mejor de las épocas!