Transporte

Matrículas pares e impares

La Razón
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En los años en los que la actual concejala de Movilidad y Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Madrid, Inés Sabanés –a la que aprecio– fue portavoz de Izquierda Unida en el consistorio madrileño solía presentar propuestas sobre asuntos que no ocurrían en Madrid, ni siquiera en España. Yo le decía que, aunque a todos nos preocupaba la situación del pueblo saharaui, lo que ocurría en Palestina, o en cualquier otro lugar del mundo, era en las Cortes Generales donde podían y debían tratarlo. A los concejales nos habían elegido los ciudadanos para que resolviéramos sus problemas en el municipio, para que nos dedicáramos a lo que teníamos competencias.

El problema que tiene hoy la concejala Sabanés es que de lo que más le preocupa y más sabe, del Sahara y de otras zonas del mundo donde se sufre, puede hablar en las tertulias, en los círculos, en los rectángulos y hasta en los triángulos si quiere, pero en la gestión del Ayuntamiento le toca el tráfico y la calidad del aire, entre otras competencias no menores, y tiene que empezar a tomar decisiones sensatas, explicando las razones por las que las adopta. Quizá ahora comprenda y valore muchas medidas acertadas que tanto criticó cuando estaba en la oposición.

También deberían hacer memoria, aunque sea poca, los prestigiosos articulistas que escriben cosas como que la contaminación en Madrid no se explica sin la negligencia y dejadez de los gobiernos que han antecedido a Carmena. Se pueden considerar –faltaría más– acertadas o no las muchas medidas que se adoptaron por los sucesivos gobiernos del PP en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid, pero fueron tantas y de tal magnitud que conviene recordarlas, o al menos algunas de ellas.

Se estableció el Servicio de Estacionamiento Regulado en toda la almendra central, medida fundamental para disminuir el tráfico. Se construyó «otra» M 30, mejorando y ampliando sus carriles, soterrándola en una gran parte de su trazado, plantando árboles y creando parques en la superficie peatonal cercana al río que hoy disfrutan los madrileños. Inés Sabanés hizo todo lo que pudo y más para impedir este proyecto, hasta promovió la visita de dos eurodiputados, con los que subió a la vivienda de un vecino en una torre en las proximidades y descubrieron algo extraordinario, que nos contaron: «Las grandes obras, cuando se están haciendo, causan muchas molestias». ¡Qué sagaces! Eso sí, no volvieron a visitar y preguntar a los vecinos cuando las obras terminaron.

Se prohibió la circulación en «pulmones» de la ciudad como la Casa de Campo o en Dehesa de la Villa, se crearon calles peatonales y zonas de preferencia peatonal –con criterios técnicos, no con improvisaciones ni ocurrencias– Arenal, Montera, Fuencarral, Sol, Callao, etc.

La alcaldesa Carmena puede reducir UN DÍA el número de vehículos que circulan por Madrid, prohibiendo que lo hagan los que tengan matrícula par, pero hay otra forma mejor para reducir TODOS LOS DÍAS el número de vehículos con matrícula par e impar que circulan por Madrid y por otros municipios: apostando con hechos, y no con discursos, por el transporte público y la reducción de la contaminación, como hicieron desde el gobierno de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Ampliaron en cientos de kilómetros el Metro de Madrid, llevándolo a barrios de Vallecas que no lo tenían, a Villaverde, al aeropuerto de Barajas, a Móstoles, a Fuenlabrada, a Arganda y a tantos otros lugares en la capital y en numerosas ciudades de la región; o como acaban de hacer Cristina Cifuentes y su consejero Pedro Rollán, mejorando las instalaciones de la línea 1, la más antigua de España, e inmediatamente lo harán con la 8.

Distintas formas de gestionar: mientras unos dicen podemos, en el Partido Popular hacemos.