César Vidal
Mark Felt
Era yo un adolescente y el padre Arce, que nos enseñaba griego en San Antón, enfermó. Seguramente, era un catarro, pero, acompañado de fiebre, aquel día se quedó guardando cama. Cuando acabó la jornada escolar, un par de alumnos nos acercamos a visitarlo. Era su habitación un caos formado por libros, revistas y papeles. Nos explicaba con voz ronca cómo se encontraba, cuando aparecieron dos profesores a interesarse por su salud y, de paso, le comentaron sorprendidos la noticia de la dimisión del presidente Nixon. Arce, desde el lecho, sentenció: «Amigo, así son las democracias». Recordé la anécdota hace unos días, cuando tuve la ocasión de ver «Mark Felt», una película dedicada a glosar la labor de aquel informador que permitió a Bernstein y Woodward destapar la trama del escándalo Watergate. Lo apodaron «Deep Throat», es decir, «Garganta profunda», el título de una película pornográfica de la época. En España, no conocían mucho lo que pasaba en Estados Unidos –poco hemos mejorado– y tradujeron el mote por El ronco. Sea como fuera, gracias a «Garganta profunda», los dos jóvenes periodistas –que adornaron su relato con atractivas inexactitudes– pudieron sacar a la luz un abuso de poder que le costó la carrera presidencial a Nixon. La película –en la que Liam Neeson encarna al informante– tiene un interés histórico notable –hubo que esperar hasta este siglo para conocer la identidad del personaje– pero, por encima de todo, destaca por dos lecciones prácticas. La primera es que el poder no pocas veces lo que más desea es perpetuarse y, a la hora de hacerlo, recurre incluso a corromper las instituciones democráticas. Nixon fue, al respecto, uno de tantos. La segunda, mucho más relevante, es que la verdad se descubre cuando existe un ciudadano con conciencia. El policía que cuenta cómo sus jefes miraron hacia otro lado, el concejal que relata los sobornos recibidos por su alcalde, el secretario judicial que revela cómo el juez falseó la instrucción, el experto en explosivos que refiere cómo el atentado terrorista no fue debidamente investigado, el auxiliar que señala al político que cobra de una universidad sin pisarla, el periodista que descubre cómo es domesticado su medio son como Mark Felt. Son gente que oculta su identidad, pero, a la vez, al poner la verdad al descubierto rinde un servicio inmenso a la sociedad descorriendo el velo de la corrupción. Así son las democracias.
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