Ministerio de Defensa
Los valores del Ejército
Otro año más celebramos la Pascua Militar recuerdo de aquella reconquista de Menorca de hace 235 años. Clara victoria nuestra sobre los británicos agradecida por el Rey. En este tradicional acto de hoy, una ministra de Defensa nueva en su cargo repasará el 2016 ante Felipe VI, símbolo vivo de la unidad de España, que por eso y no por otro motivo, es atacado por algunos separatistas y neoanarquistas. Contra lo que demuestra nuestra reciente historia, algunos mantienen que en una utópica república se encontraría la solución para todos los males patrios. Por dos veces se ensayó esta forma de gobierno –teóricamente superior– y los políticos españoles de turno la hicieron fracasar sangrientamente. ¿Qué político de entre los actuales podría ser un presidente de República con mejor preparación, temple y más libre que nuestro Rey? Recordemos lo acontecido el año pasado antes de intentar contestar.
Nuestra España se encuentra en unos de esos momentos de confusión que de vez en cuando nos acometen históricamente. Encuadrada además en una Europa y un Occidente en pleno periodo de redefinición de las reglas internacionales. Época ésta pues, en que nuestros valores parecen estar cubiertos por la niebla mientras los adversarios exhiben unas fanáticas certezas. Quizás la sociedad civil española mire con cierta curiosidad e interés a sus Ejércitos –en fechas como ésta– preguntándose si son éstos los depositarios de aquellos valores parcialmente perdidos y añorados tan atacados por populistas y separatistas. La unión del pueblo –de cualquier nación– es en sí un valor necesario para prosperar e intentar acometer grandes empresas. Así lo demuestra la Historia; así ha sido siempre y lo continúa siendo ahora. Juntos valemos más.
Estos Ejércitos, custodios de la idea secular de nuestra patria, muestran como un diamante numerosas facetas. En los estrechos márgenes de esta tribuna intentaré repasar tan sólo dos de ellas: los protocolarios de la Pascua Militar y los presupuestarios de Defensa. Sin cubrir quedarán pues –entre otros– los asuntos de personal, los operativos y estratégicos y los que se refieren a la imprescindible moral y ética del combatiente. Ya habrá otros días para ellos.
La Sra. Cospedal se estrena como ministra con poca experiencia militar. Por la ciberesfera corren algunas bromas sobre si sabe distinguir o no un sargento de un brigada. Pero sin duda aprenderá pronto. Hay dos decisiones suyas muy prometedoras: el no tener prisa en relevar a la cúpula militar y su intento de clarificar urgentemente los presupuestos de Defensa.
Cuando un nuevo político llega a este Ministerio suele hacerlo con una cierta inseguridad que le lleva a nombrar rápidamente –alarde de mando– a los Generales y Almirantes que le van a aconsejar. No conociendo personalmente a casi ninguno, suele apoyarse en «aconsejadores» de su partido y entorno que normalmente tienen agendas propias. Parece que Cospedal no es como muchos de sus antecesores y prefiere conocerlos personalmente antes de designarlos. Puede ser que la experiencia que sin duda tiene con eso de hacer listas para las elecciones le haga pensar que mejor es equivocarse por culpa propia a que alguien nos ponga unos patines. Recordemos, por ejemplo, el caso del ex Jemad podemita.
Pasemos a la segunda faceta de las anunciadas. Los presupuestos del Ministerio de Defensa habían alcanzado tal grado de opacidad y dependían de tantas fuentes financieras ajenas que eran difícilmente manejables en aquello que le es más necesario: la programación estable a medio plazo, digamos, por ejemplo, unos 10 años. La nueva ministra ha hecho votos para acabar con trampas y subterfugios presupuestarios lo que sería un primer paso antes de intentar un aumento que cubra nuestra Seguridad solidariamente con nuestros aliados.
Como esta noche es la festividad de los Reyes Magos, me atrevería a pedir tres deseos concretos para unos futuros presupuestos. Y lo hago a título estrictamente personal, pues ya llevo algunos años retirado. Que a nuestro Ejército de Tierra le traigan suficientes vehículos de ocho ruedas (8x8) que permitan trasladar a la Infantería por el campo con seguridad y rapidez. Ahora tiene bastantes que se desplazan ágilmente, pero protegen poco y otros –muy complicado– que protegen mucho, pero se mueven con torpeza. Para la Armada pediría fragatas nuevas –las F-110–, imprescindibles para la protección militar de cualquier futura misión. Y, por último, desearía que el único caza bombardero (ciertamente más caza que bombardero) con futuro que tiene nuestro Ejército de Aire –el Eurofighter– aumentara su capacidad de ataque a superficie.
Pero, aunque los Reyes prometieran traernos estos «regalos» (más bien son necesidades para defender a los españoles), lo realmente imprescindible sería dotar a los Ejércitos de un marco plurianual estable y comprometido de financiación para que todo pueda encajar y tener sentido más allá de adquirir éste o aquel armamento. No sé si la nueva ministra lo logrará, pero ya el intentarlo le concede una incipiente legitimidad para hablar por los Ejércitos. Muestra una evidente determinación en estos sus primeros pasos. Pero hay una vieja canción guerrera americana cuya letra dice: «Praise the Lord and pass the ammunition»; es una especie de versión marinera del castizo «A Dios rogando y con el mazo dando». Veremos, pues, si a las palabras de la Sra. Cospedal son seguidas por munición concreta.
Cuando nuestro Rey le responda, posiblemente lo haga no sólo como Jefe Supremo de los Ejércitos, sino también como un Jefe de Estado que quiere para sus ciudadanos la mayor prosperidad e igualdad que suele derivarse de la previa unión de los corazones y mentes de los españoles. En estos tiempos de zozobra y penumbra, los valores de entrega a un ideal de los Ejércitos están a la vista de todos para ser asimilados por quien quiera y los encuentre útiles.
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