Restringido
Colisión de liderazgos
No voy a ser muy original: voy a escribir sobre Grecia. Pero no tema el saturado lector, no abordaré el resultado final de la crisis. Estas tareas quedan por encima de lo exigible a mis conocimientos. Es más, imagino que muchos de los actuales opinadores sobre tan enrevesado problema tampoco tienen la adecuada formación.
Cuando una cuestión económica alcanza un cierto nivel, una determinada gravedad, el problema se convierte en político. Creo firmemente que el asunto griego hace ya tiempo que sólo tiene soluciones políticas, pero no de políticos como los que disfrutamos últimamente en Occidente, sino de aquellos que la Historia nos muestra surgen cuando la ocasión lo exige. Como precisamente ahora que las acciones de una nación relativamente pequeña como Grecia pudieran ocasionar una colisión entre el liderazgo que Alemania ejerce en la Europa «unida» y él –ciertamente contestado pero claro– de los EEUU a nivel global.
Tan sólo pretendo pues explorar la naturaleza del conflicto sin atreverme a pronosticar resultado definitivos ni recetas.
Alemania tiene un modelo económico que podríamos caricaturizar como de casa al trabajo y viceversa. Modelo muy productivo aunque un poco triste, que depende críticamente de colocar en mercados extranjeros la mitad de lo que produce, eso sí, con excelente calidad. Este modelo es el que intenta imponer a toda la Unión Europea (UE) con la fuerza que le otorga su peso financiero. Sólo se salva Francia –un poco y de momento– de esta austeridad impuesta, por aquello de su peso estratégico, que compensa y amortigua la diferencia económica con Alemania. El resto de los europeos –aparentemente convencidos los del norte, arrastrados los del sur– debemos seguir las pautas del líder.
Pero he aquí que al gallo alemán una de las gallinas –la griega– se le ha amotinado, no quiere poner más huevos. Teniendo en cuenta su poco peso, en un gallinero cualquiera, se sacrificaría a la ponedora rebelde sin mayor problema. Pero aquí no sucede exactamente lo mismo pues la gallina griega pretende abanderar a todas las afectadas por el modelo de la austeridad alemana. Entre ellas la española. Estamos ante una cierta posibilidad de rebelión en la granja europea.
Pero es que además el único líder con visión global –los EEUU– no comparte el modelo de austeridad económica alemana y encima introduce en la ecuación factores geoestratégicos de seguridad para los que una salida griega de la eurozona y el inevitable reguero de resentimiento que esto traería consigo, preocupan de manera extrema. Más todavía con lo que está pasando con Rusia en Ucrania, a las puertas de la UE.
Como habrán podido deducir, mis conocimientos económicos son bastante limitados. Sólo me atrevo a expresar mis ideas tras haber constatado que los economistas sólo aciertan a toro pasado; nunca adivinan lo que va a pasar. Envalentonado con este pensamiento, me arriesgo a calificar el modelo económico norteamericano –su paradigma– como más alegre y atrevido que el alemán. He vivido entre ellos más de siete años y pienso que aunque también creen en el mérito del trabajo duro, ponen más énfasis en las oportunidades y favorecen el tomar riesgos económicos en mayor grado que los alemanes. Al menos eso me parece a mí.
EEUU ha debido estar ponderando también que si se hubiera forzado a Grecia fuera de la eurozona, habrían venido tiempos duros para su población y con ellos consecuencias adversas para la OTAN, su instrumento esencial para la seguridad europea ahora que las fronteras vuelven a estar cuestionadas por el nacionalismo ruso y él de algunos insensatos domésticos.
La rivalidad greco-turca es tan intensa que solo la común pertenencia a la OTAN ha impedido que llegara al nivel de hostilidades abiertas en estas últimas décadas. Créanme, lo he vivido personalmente en exasperantes procesos de toma de decisión y situaciones tácticas limites. ¿Cómo evolucionaría esta rivalidad con una Grecia resentida contra Europa o con una Turquía con veleidades islamistas? No creo que lo sepa nadie, pero la administración Obama debe estar claramente preocupada con el tema ¿Y la evolución de la inmigración musulmana incontrolada que nos llega por el este? ¿Cómo se vería afectada? Y podríamos seguir con las oportunidades que a la Rusia del presidente Putin y sus sucesores podría ofrecer un caballo de Troya lleno de griegos sufrientes, encolerizados y culpando a los europeos de todos sus males.
Espero que disculpen el tono distendido que he utilizado para exponer el grave problema económico, político y estratégico que la rebeldía griega ha puesto al descubierto y que en el límite podría haber llegado a causar una colisión entre la manera de percibir la situación global de norteamericanos y alemanes, entre economía y seguridad, lo que no habría sido bueno para nadie en Occidente.
Esto va mucho más allá de aquello de que hay que pagar las deudas –concepto con el que estoy totalmente de acuerdo– aunque el que presta irresponsablemente o principalmente para desarrollar su industria supongo que también tendrá alguna responsabilidad. Más allá del debate sobre el «Grexit», el núcleo del problema consiste en la necesidad de encontrar una síntesis entre austeridad y desarrollo, entre economía y seguridad antes de que surja un problema entre dos visiones opuestas en Occidente. Equilibrio que será especialmente difícil para nuestro gobierno que ha seguido hasta ahora la ortodoxia económica germana y tiene un conflicto con el populismo de Podemos que irresponsablemente trata de aprovecharse de la coyuntura.
Pero hay muchas cosas demasiado importantes en juego.
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