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Cástor Díaz Barrado

Cólera en Yemen

La Razón La Razón

La epidemia de cólera se extiende en Yemen y afecta a los grupos más vulnerables, sobre todo a los niños. La comunidad internacional permanece impasible. Los llamamientos de la OMS son insuficientes y los efectos del cólera son devastadores para una población que sufre, desde hace casi tres años una guerra fraticida. El hambre y el cólera son una consecuencia directa de una guerra que se prolonga y que la comunidad internacional no es capaz de poner fin. El conflicto yemení tiene poca repercusión en la prensa internacional y no parece importar a la comunidad internacional. La situación en Yemen es la expresión de un nuevo fracaso de quienes defienden los derechos humanos. La guerra entre los yemeníes se concibe, infortunadamente, tan sólo como un enfrentamiento por el poder que sólo apunta a su fin con el triunfo de una de las facciones en lucha. Pero lo que sucede en Yemen es una violación flagrante de los derechos humanos y supone un desprecio a las normas que deben regir la convivencia internacional. Arabia Saudí e Irán deben encontrar una solución a este conflicto y, sobre todo, deben evitar que los yemeníes estén permanentemente en una situación de violación de los derechos humanos. Nada tiene tanto valor como la vida y la integridad de la población de Yemen. No hay motivos religiosos ni políticos que justifiquen un enfrentamiento de este tipo. La comunidad internacional debe adoptar las medidas que conduzcan de manera inmediata al fin de la guerra. Existe una responsabilidad internacional en relación con este conflicto que lo único que propaga es cólera, hambre, dolor y destrucción. Hay que poner fin al hambre que padece la población yemení y erradicar la epidemia de cólera pero, sobre todo, hay que acabar con el conflicto armado que desangra este país. La comunidad internacional no quiere enterarse de que hay un conflicto en Yemen y, mientras tanto, crece el dolor y la desesperación. Le corresponde a Naciones Unidas exigir el fin del conflicto e imponer el respeto de los derechos humanos. La guerra no debe tener ninguna oportunidad, sólo la paz asegura el final del sufrimiento de la población yemení. La comunidad internacional no puede permanecer impasible.