Asamblea de Madrid
Ayuntamiento a la deriva
Si no estuviéramos como estamos, a estas alturas de la película ya habría otro alcalde o alcaldesa en Madrid. La dimisión de Esperanza Aguirre ha abierto las puertas a este relevo, mientras que las primarias del PSOE incorporará un nuevo rostro que recupere el voto que cedió Carmona, un candidato al que ni siquiera los suyos querían. Las cosas están cambiando.
La encuesta que acompaña esta columna no sólo valora positivamente la dimisión de Esperanza Aguirre –incluso señala que debía haberlo hecho antes– sino que dibuja un nuevo escenario en el Ayuntamiento de la capital donde hoy PP y Cs conseguirían una mayoría suficiente para gobernar. No es nada extraño. La gestión de Carmena, se mire por donde se mire, está resultando un monumento a la incompetencia. Todas sus áreas están a la deriva: urbanismo, circulación, limpieza, cultura, comunicación, hacienda... Un despropósito. Pero resulta que todavía quedan algunos que piensan que nada es culpa de nuestra jueza metida a regidora del ayuntamiento más importante de España. Primero nos hicieron creer que era por el equipo que le rodeaba. A algunos incluso debió cesarles de sus cargos para que no siguieran escandalizando a la opinión pública. Pero es un hecho que la mayoría de los asesores han sido nombrados por ella misma. Y, en cualquier caso, también ella es responsable de todo lo que hace su tropa, que es poco, afortunadamente, pero casi siempre equivocado.
Queda por dilucidar lo más importante: los nuevos candidatos. José Luis Martínez Almeida podría ser un buen segundo, pero nunca cabeza de lista en el PP. Por eso ya se barajan nombres, y el que cada vez suena más es Pablo Casado, uno de los pocos que garantizarían la mayoría absoluta. Manuela Carmena podría repetir como candidata de Ahora Madrid-Podemos, pero al margen de que le calcen un candidato o candidata de última hora, desde Íñigo Errejón –y así le sacan incluso del gallinero–, a cualquier otro depurado por el aparatik pablista, queda por ver si está dispuesta a soportar un eventual nuevo mandato. Prepárense para lo que pueda venir. Como diría el bueno de Murphy en alguna de sus leyes: «Nada es tan malo nunca como para que no pueda empeorar».
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