Papel
Algo de sensatez
Ha llegado el momento de que se oiga a la mayoría silenciosa, que soporta cada día a esa minoría intransigente y agitadora que se arroga la representación de todos sin respetar a los demás. Son tiempos en los que en la política, y también en el deporte, se viven historias demenciales. La mayoría de los miles de socios del Real Madrid hemos tenido que oír a unos cientos que silbaban y hasta insultaban a quien nos regaló los mayores triunfos con su club y con la selección de España, al jugador español que más partidos ha jugado con el equipo de todos; a quien estuvo en el Madrid desde que era un niño de nueve años; a quién jamás se le subieron a la cabeza sus muchos éxitos deportivos, y continuó siendo aquel chaval de Móstoles respetuoso con todos, también por supuesto con sus adversarios. Es tiempo de decirle gracias a Iker Casillas. Muchas gracias por hacernos disfrutar tanto, gracias por encarnar los mejores valores del deporte, como lo han hecho Raúl, Xavi, Iniesta, Nadal, Gasol, y otros deportistas que van por la vida con la normalidad con la que se comportan los más grandes, y que siempre han visto a sus rivales como adversarios con los que competir y no como enemigos a los que humillar; grandes deportistas que siempre han estado en la alineación de la moderación frente a los de la alienación insoportable.
Los dirigentes de Podemos, después de tantos discursos en los que nos daban lecciones de democracia interna y pregonaban que a sus candidatos los elegirían las bases, los han designado con métodos «vergonzosos y antidemocráticos», según los han definido los compañeros de Pablo Iglesias en Aragón. Pero no sólo en el territorio de Pablo Echenique. También en Córdoba, en el resto de Andalucía, en el País Vasco, y en otros muchos lugares de España han notado el dedazo de Pablo Iglesias fichando estrellas fugaces –algunas sólo durante unas horas– sin el conocimiento del círculo, salvo que sea un círculo vicioso. La hipocresía en su esplendor. Frente al fanatismo de Podemos está la moderación del Partido Popular. Ciudadanos nos anuncia la desaparición de muchos municipios en España, y no es la primera vez; ya propusieron antes de las elecciones municipales la fusión de aquellos menores de cinco mil habitantes.
De los 8.122 municipios que hay en España, 6.800 tienen menos de cinco mil habitantes. Las ciudades, los pueblos de España, no tienen que desaparecer. Con la ayuda y el apoyo de una institución democrática, y muy útil, como la diputación, aprovechando la economía de escala, se está consiguiendo que se reciban los servicios con más calidad y con menor coste. Ciudadanos no ha pensado que nuestros pueblos tienen tradiciones, que las mujeres y hombres que los habitan tienen sentimientos. Como explicó con acierto Javier Arenas, una de las razones, entre otras muchas, por la que los españoles nos dicen que no quieren que desaparezcan sus pueblos es porque en ellos vivieron y murieron sus antepasados, están sus recuerdos y su historia, y quieren que también esté su futuro. «Mi pueblo no se cierra».
Más equivocada fue la conclusión a la que llegó Luis Garicano, coordinador del programa económico de Ciudadanos, cuando en 2012 decía: «El rescate es inevitable con este panorama de desempleo, con la fuerte salida de capitales, y con la impresión de que la economía se nos está cayendo». Frente a la irreflexión y el desatino de Ciudadanos tenemos el buen criterio del Partido Popular. Los españoles saben que sería un desastre para España que el PSOE volviera al gobierno después de la pésima gestión que hizo en su último mandato. Ahora lo empeorarían al estar en compañía de socios radicales y sin experiencia. Jordi Sevilla, responsable del programa económico de los socialistas, decía hace unos días en un debate con Álvaro Nadal: «Aquí sólo se han apretado el cinturón las comunidades autónomas recortando en gastos, en pensiones y en Sanidad». Aun siendo un despropósito enorme que un «experto económico» diga que el gasto en pensiones lo realizan las comunidades autónomas, cuando es la mayor partida de los Presupuestos de la Administración General del Estado, hay que pensar que es un lapsus causado porque estaba perdiendo claramente el debate. Mucho más grave es decir la falsedad de que se ha recortado el gasto en pensiones, cuando se ha incrementado en ¡12.000 millones anuales! En algunos asuntos, por su relevancia, es imprescindible tener responsabilidad y no mentir. Pedro Sánchez justificó su desconocimiento sobre el divorcio en España porque era un niño cuando se aprobó la ley que lo reguló en 1983. Y la misma razón, tener siete años, debe ser la pobre excusa de lo poco que parece saber de cómo se consiguió y lo que costó aprobar la Constitución en 1978, cuando insiste en su ambigua e inconsistente propuesta de modificarla sin pensar en la trascendencia de esa reforma. Frente a los disparates de los dirigentes socialistas prevalecerá siempre la cordura del Partido Popular.
Ésta es la hora en la que los españoles van a decidir si prefieren la sobriedad, la serenidad, la prudencia, la madurez, la fortaleza, la coherencia y la seguridad de Mariano Rajoy; o la prepotencia, el riesgo, la inexperiencia, el nerviosismo, la frivolidad y la irresponsabilidad de los ambiciosos principiantes. Ha llegado el momento de hablar en serio y poner algo de sensatez.
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