El buen salvaje

La banalidad de llamar nazi a cualquiera

Lo peor de la política es que es ridícula en los momentos más graves y acaba haciendo comedia de una cámara de gas

Vuelven los nazis, dicen. Es una manera de banalizar el Holocausto, que es en lo que estamos, en pronunciar emotivos párrafos sobre el mayor horror del siglo XX a la vez que se olvida lo que realmente pasó. Parece que nos cuentan una película, es más, puede que haya gente que crea que los campos de concentración fueron un invento de Spielberg y de una niña que llevaba un abrigo rojo. Y si el Holocausto es una película por qué no puede interpretarla Musk. Pero hace falta más que un gesto mirado al bies del acelerado dueño de X para que se airee de nuevo la entraña inhumana de los hombres. Si Musk puede ser Hitler, si Putin puede ser Hitler, se despoja al führer de la singularidad del mal que provocó. Hay otros horrores causados por figuras que no salen en las portadas de la Prensa a los que no queremos mirar para que no nos estropee la laca de uñas con la que pintamos nuestros cerebros. Hay que buscar un enemigo para que se haga visible nuestra incomodidad de vivir y se ha elegido que sea Elon Musk. La progresía que se la coge con papel de fumar, del estilo de Yolanda Díaz, piensa que con salirse del antiguo Twitter, que es gratis, ya han hecho su contribución a la nueva hucha del Domund. Que se sepa, además, porque no basta solo con no estar, hay que contarlo. Yolanda Díaz dejó X pero su ministerio sigue presente a pesar del gesto de Musk, lo que subraya aún más la propaganda yolandista.

Mañana se cumplen ochenta años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, aquellas imágenes del terror, el relato de todo lo que allí pasaba, la casa de Rudolf Höss, la zona de interés. El recuerdo bobalicón de todo ello se retransmitirá por la red del «nazi» Elon Musk. Auschwitz será «trending topic». Lo peor de la política es que es ridícula en los momentos más graves y acaba haciendo comedia de una cámara de gas. En otro sentido casa con la banalidad del mal que destapó Hannah Arendt.

El Holocausto no puede contarse solo con cifras y con la foto de las montañas de zapatos de los difuntos. La mente humana está preparada para repetir cada cierto tiempo un horror que es difícil de contar. Eso es lo que hay que impedir, y no se consigue saliendo de X y recitando bromitas sobre la mano derecha de Trump. Como tampoco se demora una guerra civil con los fastos franquistas de Pedro Sánchez. Es todo mucho más profundo, pero los que nos gobiernan nadan en la espuma como en una fiesta gamberra de verano. No es imposible que Auschwitz se repita o que nos liemos a tiros, pero no será Musk el que apriete el gatillo.