Canela fina

Almudena Ariza, excepcional corresponsal de guerra

«A pesar de tantas envidias como suscita Almudena Ariza, en su canal saben que es

la gran estrella de los informativos»

Hace un par de años dediqué a Almudena Ariza el párrafo que voy a reproducir a continuación: «A no pocos de mis compañeros les cuesta reconocer los méritos de otros profesionales del periodismo. Su capacidad para la crítica se enaniza cuando se trata de elogiar. Y bien. No conozco a Almudena Ariza, no recuerdo haber hablado con ella ni compartido medio de comunicación. Pero se ha convertido en la periodista más caviable del entero periodismo español impreso, hablado, audiovisual o digital. Ni es ni ha querido ser otra cosa que periodista. Desde adolescente se inyectó en las venas la droga de la palabra, cuarenta años al borde de la actualidad. Es una mujer admirable, culta, rigurosa, seria, sagaz, trabajadora… Ha entendido el periodismo en toda su profundidad como el derecho que tiene la ciudadanía a la información, a conocer lo que pasa; y también como el ejercicio del contrapoder que consiste en elogiar al poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa… Y no solo al poder político, también al poder económico, al poder universitario, al poder sindical, al poder religioso, al poder cultural, al poder social…».

Almudena Ariza carece de presunción. Hace su trabajo arriesgadísimo sin el menor aspaviento. Aparece siempre en el escenario más peligroso y sus crónicas audiovisuales son precisas y están bien articuladas en la realidad. Como es la verdad lo que nos hace libres, Almudena habla desde la independencia y desde la libertad. A pesar de tantas envidias desbocadas, en su canal saben que ella es la gran estrella de los informativos.

El inolvidado maestro de periodistas, Luis Calvo, que fue director del ABC verdadero durante nueve años, tenía encima de su mesa dos máximas sobre el periodismo. Una de ellas, de Schopenhauer, decía: «Las páginas de un diario son hojas desprendidas del árbol de la ciencia, giran arremolinadas por el soplo de la tormenta, para caer al suelo y confundirse con el polvo del olvido».

No es la primera vez que lo hago, pero desde mis setenta años largos de ejercicio profesional del periodismo, me complace afirmar que las crónicas audiovisuales de Almudena Ariza no deben caer en el polvo del olvido.

Luis María Anson,de la Real Academia Española