Al portador
Aitor, el tractor, su mujer, el PNV y otros asuntos confusos
Los peneuvistas es muy probable que necesiten todavía más en vísperas de sus elecciones
Alejandra Pizarnik (1936-1972), argentina de origen ucraniano-judío, fue una poeta que alcanzó sus mayores éxitos, ya fallecida, cuando cayó la dictadura militar. Antes había escrito que «el poeta es el gran terapeuta y, en ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar». Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo y Aitor Esteban, que son buenos parlamentarios –quizá el vasco con más retranca–, tontearon con la poesía en la sesión de investidura. Citas de Machado por aquí, el cantautor pro-PSOE Ismael Serrano por en medio y los ripios, festivos, pero ripios, de «Aitor y el tractor», de tiempos de Rajoy, pero con una adaptación en la que hasta tiene cabida Vox. No son versos –ripios–, como reclamaba la argentina, para «reparar», sino para desgarrar y separar, aunque provoquen alguna sonrisa.
El PNV, que ahora asegura abrazar una especie de social-cristianismo que coquetea con la izquierda, vive tiempos turbulentos, internos y externos, ante la amenaza –real– de que Bildu gane las próximas elecciones vascas e –ahora es solo una hipótesis– incluso pudiera gobernar. Los árboles de la amnistía y el enredo –no tanto conflicto, que eso es más artificial– ocultan en bosque frondoso lleno de vida y de depredadores políticos. En el PNV mandan Andoni Ortúzar, Íñigo Urkullu y Aitor Esteban y, aunque ventilan sus asuntos de puertas para adentro, no coinciden demasiado. El lehendakari es más favorable a explorar un acuerdo con el PP que Ortúzar, más allá de sus debilidades humanas, dinamitó desde el primer día. En medio, Itxaso Atutxa, hija de histórico Javier Atutxa, jefa del PNV de Vizcaya, casada con Aitor Esteban y que querría ser lehendakari. No sería la única rival interna de Urkullu, porque Ortúzar es partidario de Joseba Egibar, jefe del PNV en Guipúzcoa, más «indepe» que los demás y de quien Xavier Arzalluz (1932-2019) decía que era «como Otegi, pero sin pendiente».
El PNV, aunque ha pasado más inadvertido, ha conseguido mucho de Sánchez. Por ejemplo, normas laborales solo para el País Vasco, nada de 37,5 horas, además de las que ya disfruta. La ruptura del mercado único español es ya más que una realidad. Sin embargo, los peneuvistas es muy probable que necesiten todavía más en vísperas de sus elecciones. Antes aprobarían los Presupuestos de Sánchez, pero podrían reclamar que se buscara alguna fórmula para que parte de la amnistía se extendiera a etarras presos. Así de confuso y contundente, terapia, pero contraria a la que defendía la argentinas Pizarnik.
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