Letras líquidas

Anatomía democrática

Entre los tics patriarcales y machistas y el «hermana, yo sí te creo» como endeble principio jurídico debemos aspirar a la equidad

En 2024, «Anatomía de una caída» ganó el Óscar al mejor guion original a la vez que triunfaba en casi todos los festivales de cine. No era de extrañar. A medio camino entre la disección psicológica y el «thriller» judicial, la película francesa se recrea en el proceso penal, y el escrutinio social paralelo, al que Sandra, escritora de cierto éxito, se enfrenta tras la caída mortal de su marido desde una de las ventanas del aislado chalet de los Alpes en el que vivían. ¿Accidente o asesinato? Todas las dudas, incertidumbres y contradicciones a las que se enfrenta el tribunal que se encarga del caso traspasan la pantalla y llegan al espectador. Despojado de los trucos y las trampas que, a veces, el cine y la literatura, o el arte en general, se permiten, el público debe enfrentarse a la complejidad de armar y reconstruir los hechos a ciegas: no cuenta con un narrador omnisciente capaz de colarse en la intimidad ajena y conocer todos los elementos para opinar, decidir y hasta juzgar. La realidad se presentaba tal cual era. Con sus interrogantes y sus lagunas. Y recordar ahora aquella cinta es, además de un buen motivo para apuntarnos a la cautela opinativa, una excelente vía para comprender la esencia de la polémica suscitada por la sentencia del «caso Alves»: la importancia radical de la prueba. La complejidad a la que se enfrentan los tribunales para recrear los hechos que se juzgan y lo esencial que resulta la presunción de inocencia para el sostenimiento del sistema democrático. La defensa de los derechos de las mujeres no puede ponerse en cuestión por ninguna sociedad avanzada (faltaría más), pero tampoco puede anular otros fundamentales: entre los tics patriarcales y machistas y el «hermana, yo sí te creo» como endeble principio jurídico debemos aspirar a la equidad. Ni víctimas cuestionadas ni inocentes condenados. Está bien examinar y escrutar a la Justicia para perfeccionarla, pero si lo que analizamos es el respeto que se le tiene desde otros poderes, el resultado es de lo más inquietante.