Vladímir Putin
El chantaje de Putin
«Por supuesto, EE. UU. no tiene problemas graves y la guerra le resulta útil en clave interna y externa»
Los países ricos del G-7 han acordado limitar el precio del petróleo ruso para reducir los ingresos de Moscú. No hay duda de que las sanciones han sido un auténtico camelo destinado a acallar las conciencias europeas, porque Rusia ingresó 85.000 millones por sus ventas de petróleo y gas a la UE. Esto representa el doble que en años anteriores. Este selecto club está formado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá y Japón. Es un fiel reflejo de la política internacional surgida tras la Guerra Fría y muestra una división del mundo que pone en cuestión la guerra de Ucrania y rechazan los aliados de Putin. Es curioso que en esa coalición confluyen los países que desataron la Segunda Guerra Mundial y los que les combatieron. Son las potencias coloniales del siglo XIX y buena parte del XX, cuya arrogancia sigue resultando muy antipática a sus antiguos «vasallos». Lo que estamos comprobando es que cualquier acción contra Rusia comporta una respuesta contundente. La dependencia de la UE por los combustibles fósiles le hace terriblemente vulnerable y no existe una solución a corto plazo.
Lo único que estamos haciendo es engordar las arcas de los países que nos suministran y que se alegran de esta consecuencia de la invasión de Ucrania. Hemos cambiado la adquisición del petróleo y el gas a un precio razonable a pagarlos muy caros. Estamos inmersos en una crisis inflacionista que afecta a todos los países de la UE. Gazprom, que es un instrumento al servicio de Putin, ha decidido suspender hasta nuevo aviso el suministro de gas a Europa por el gasoducto Nord Stream 1. Desde el comienzo del conflicto provocado por la invasión rusa, era evidente que la intensidad del chantaje estaría en función de nuestro compromiso en favor de Ucrania. Por supuesto, EE. UU. no tiene problemas graves y la guerra le resulta útil en clave interna y externa. Biden es un presidente en declive que quiere revertir el retroceso demócrata y mantener la mayoría en las cámaras tras las elecciones de noviembre. A esto hay que añadir que se está enriqueciendo gracias a la venta de material militar y las transferencias de recursos desde la UE a Washington. Es un negocio redondo para todos, menos para los europeos.
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