Mario Draghi
El espejismo de Draghi
Los partidos italianos han conseguido lo que no lograron los especuladores: doblegar a «Super Mario»
La crónica de la dimisión de Mario Draghi podría empezar a escribirse desde su visita al Museo del Prado en la Cumbre de la OTAN en Madrid. La imagen de un Draghi sentado de espaldas al resto de líderes occidentales mientras se le ve absorto en una conversación telefónica –se dice que con el líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Giuseppe Conte–, representa el fin del estado de gracia del ex banquero como primer ministro italiano. Draghi no participó en el segundo día de la cumbre de la OTAN. Regresó a Roma para sofocar la que sería la última trifulca política. Tres semanas y un día más tarde, Draghi presentó ayer su dimisión irrevocable al presidente Mattarella tras haber perdido el apoyo de sus socios de coalición en el Parlamento. Había intentado marcharse una semana antes. Pero Mattarella le retuvo en vano. La crisis existencial del izquierdista M5E, dividido en dos por las discrepancias sobre cómo responder a la guerra de Ucrania (firmeza o apaciguamiento) provocaron una serie de temblores políticos que terminaron por desestabilizar al Gobierno. Tampoco ha ayudado la cercanía de las elecciones, previstas originalmente para marzo de 2023 (ahora serán en septiembre). Los partidos políticos tentados por el tacticismo electoral estaban decididos a mostrar sus diferencias en la negociación de los fondos de recuperación europeos. El acuerdo para colocar al expresidente del BCE en el Palazzo Chigi tenía como objetivo diseñar e implementar el plan de recuperación económico postpandemia, financiado desde Bruselas. Roma es el gran beneficiario del plan, junto con Madrid. Tanto los 68.900 millones de euros en subvenciones como los 122.600 millones de euros en préstamos europeos están condicionados a la aplicación de reformas de gran envergadura, para las que la seriedad y el prestigio de Mario Draghi eran fundamentales. En los pasillos bruselenses cunde la sensación de que sin Mario Draghi será difícil mantener la ambición reformista del plan de recuperación. Los fondos, por lo tanto, podrían verse recortados.
Pero la renuncia del primer ministro italiano no puede medirse solo en términos monetarios. También afecta a la imagen y el prestigio de Italia. La reputación internacional del ex presidente del BCE permitió la creación de un nuevo triángulo con París y Berlín tras la salida de Londres de la UE. El primer ministro italiano visitó junto con el presidente Emmanuel Macron y el canciller Olaf Scholz un Kyiv en guerra. Draghi fue fundamental para convencer a Scholz y a Macron de la obligación moral por parte de la UE de otorgar a Ucrania el estatus de país candidato . Con un canciller alemán debilitado por su excesiva dependencia energética con Moscú y un presidente francés sin mayoría en la Asamblea Nacional para aplicar su agenda, la UE pierde con Draghi a un líder incontestable. En Bruselas también preocupa cuál será la sensibilidad del próximo Gobierno italiano respecto a Rusia y se teme que pueda inclinarse a favor de los intereses del Kremlin. Draghi llevó a Italia a lo más alto de la escena internacional y dio 17 meses de rara estabilidad a un país acostumbrado a vivir en el caos. Pero ha resultado ser un espejismo. Los partidos políticos italianos han conseguido lo que no lograron los especuladores financieros: doblegar a «Super Mario».
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