Elecciones
Tiempo de urnas
La convocatoria de elecciones, y más si son adelantadas, por sorpresa, suele ser mano de santo
La presencia de las urnas tiene la virtud de disipar las nubes que acostumbran a ensombrecer la vida de los partidos en el tiempo de baja presión electoral. La convocatoria de elecciones, y más si son adelantadas, por sorpresa, suele ser mano de santo. Los cabecillas de las guerras internas firman inmediatamente el armisticio. Se acaba el guirigay. Todos, con más o menos entusiasmo, se disponen a arrimar el hombro por la cuenta que les tiene. O cuando menos, a dejar de enredar y a guardar silencio hasta conocer los resultados. La figura del líder del partido, más o menos debilitada por esas intrigas de dentro y los ataques de fuera, resplandece otra vez, y su liderazgo se consolida, sobre todo si le sale bien la jugada y el resultado electoral es satisfactorio.
No es ésta la principal razón para pensar seriamente en adelantar las elecciones en Andalucía y, puede que de paso, en alguna otra comunidad como Castilla y León. Sería la mejor manera de cortarle el paso a Pedro Sánchez, cada vez más comprometido y enredado con unos socios poco recomendables y que se las promete muy felices con la aprobación de los Presupuestos, mientras los conflictos aumentan peligrosamente y el porvenir se ensombrece. Pablo Casado, que aparece algo debilitado últimamente, recuperaría la autoridad y la iniciativa política, mucho más que con los inútiles rifirrafes semanales en el Parlamento. Pero es la necesidad de un cambio político de rumbo en la política nacional lo que aconsejaría colocar ya las urnas en el horizonte inmediato. Esta es la opinión de destacados observadores y de figuras del Partido Popular. Es la hora de las urnas.
Lo de Andalucía parece plenamente justificado. La pinza de Vox con las izquierdas ha impedido aprobar los Presupuestos. El estrepitoso derrumbamiento de Ciudadanos, principal socio del PP en el Gobierno andaluz, deja a Juan Manuel Moreno al pie de los caballos. Es decir, hay razones de sobra para dar ya el cerrojazo a la legislatura. Las encuestas favorecen la iniciativa. Los socialistas andaluces están recomponiéndose y el adelanto los sorprende con el pie cambiado. Las otras izquierdas también andan descompuestas intentando reorganizarse. La perspectiva de éxito supera al riesgo de fracaso. Un triunfo en Andalucía, después dela barrida de Madrid y de las buenas perspectivas en Castilla y León, sería la fórmula para acabar ya con el «sanchismo». La forma de ahorrar tiempo y asegurar el éxito es elegir bien el momento. Es preciso que pase algo, que una ráfaga de viento limpie el aire viciado de España y arrastre a un rincón las hojas secas.
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