Opinión
El príncipe Andrés, el abusador sexual
Nació con todos los privilegios de su alta cuna, pero su vida se resume en su patetismo
Un aspecto fascinante de la monarquía británica es su capacidad de superar los más variados escándalos a lo largo de la Historia.
Es un proceso de traiciones, monarcas y príncipes extraordinarios con otros deleznables, guerras civiles, crímenes… Con el paso del tiempo, la Corona se modernizó y adaptó al parlamentarismo. En ello influyeron muchos aspectos, pero fue determinante el ciclo de guerras civiles que culminaron con la Revolución Gloriosa de 1688 que derrocó a Jacobo II y expulsó a la dinastía legítima de los Estuardo.
Tras los reinados de Guillermo III de Orange y María II, y luego de su hermana Ana, llegó al trono Jorge I, duque y elector de Brunswick-Lüneburg (Hannover), que no tuvo gran interés en los asuntos del gobierno, hablaba alemán y, sobre todo, los parlamentarios tenían muy claro que los poderes de la Corona tenían que limitarse. Este proceso de transición al moderno sistema de gabinete, dirigido por un primer ministro y controlado por las cámaras de los Comunes y los Lores, tendría una notable influencia en los cambios que se vivirían en Europa a partir de la Revolución Francesa.
No hay duda de que la monarquía británica es muy interesante en todos los terrenos, por su supervivencia y también por sus escándalos. Uno de los más sórdidos es el que se está viviendo gracias al príncipe Andrés que ha sido acusado de abusos sexuales.
He de reconocer que siempre me ha parecido un tipo desagradable, engreído y vanidoso. El único mérito que se le puede atribuir es que su madre sea la soberana británica. Su Alteza Real Andrés Alberto Cristian Eduardo nació con todos los privilegios de su alta cuna, pero su vida se resume en su patetismo.
Fue agraciado con los títulos de duque de York, conde de Inverness y barón de Klyleag, se formó en prestigiosas y exigentes instituciones educativas, aunque siendo príncipe todo le fue dado, alcanzó el rango de comandante de la Royal Navy y participó en lo que llaman eufemísticamente la Campaña del Atlántico (1982) que fue la reacción a la invasión argentina de las Malvinas. Fue ascendido de forma honoraria hasta vicealmirante. Su vida ha sido muy poco ejemplar, con un matrimonio fallido, una larga lista de amantes y la acusación de abusar sexualmente de una menor.
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