Elecciones en Estados Unidos
Los negros y los indecisos aúpan a Biden
Las primarias demócratas siguen en el aire
En teoría, el Supermartes debería haber despejado las dudas sobre la designación demócrata para la carrera presidencial. No ha sido así. Desde el principio, las primarias se han planteado como un claro enfrentamiento – no percibido por muchos – entre el globalismo sorosiano que encarnaron los Clinton y Obama y un deseo de redirigir el partido hacia una línea más acorde con el hombre de la calle, como ha sido habitual en los demócratas hasta hace unas décadas. La segunda línea la defiende Bernie Sanders aunque apele a la socialdemocracia escandinava mientras que la primera la defiende la práctica totalidad de los candidatos restantes. Fue el caso de un Buttigieg ya retirado de la carrera, pero del que llegó a discutirse si era suficientemente gay. Lo es el de Bloomberg, gran esperanza blanca fracasada que podría tirar la toalla en las próximas horas después de gastar más de quinientos millones de dólares. Resulta innegable en Joe Biden al que se suele insistir en presentar como moderado, categoría inexacta y engañosa si se tiene en cuenta que fue vicepresidente con un hombre que bombardeó siete naciones en sus primeros cinco años de presidencia y que chapoteó en la corrupción y el manoseo con verdadera fruición. La ventaja de Biden – todavía escasa – ha procedido fundamentalmente del respaldo de los votantes negros en los Estados del sur y de los indecisos que, a última hora, pensaron que la meta de estas elecciones es desplazar a Trump de la Casa Blanca y que un socialista no tiene la menor posibilidad de conseguirlo. No se trata de una base muy amplia incluso aunque a ella haya contribuido el abandono de algunos candidatos anunciando que respaldarían a Biden. A decir verdad, que Sanders se haya impuesto en California – el primer premio del Supermartes – que haya quedado a escasa distancia en Texas – el segundo premio – y que haya tenido un papel más que decoroso en los estados donde no ha ganado obligan a que el aparato del partido y Biden no se duerman en los laureles. ¿Cuáles son las perspectivas de cara al futuro? En lo relativo a las primarias, Joe Biden no puede permitirse un segundo de reposo. No le cabe otra alternativa porque con una caja mucho más repleta que la de Sanders, con el apoyo nada oculto del aparato, con el sustento casi rabioso de los medios de comunicación y con el impulso de los que se van quedando en el camino cuenta con una diferencia de tan sólo algo más de setenta compromisarios sobre su rival más cercano, una diferencia que puede verse revertida. Por añadidura, en contra de Biden, se agrupan circunstancias como que el voto negro decisivo está ya casi todo repartido y que lo mismo sucede con los estados del sur, más conservadores, en los que ha obtenido sus victorias más significativas aunque no especialmente holgadas. En Florida, un estado especialmente importante y sureño, es de esperar que se imponga Biden teniendo en cuenta que la prensa lleva una temporada empeñada en presentar a Sanders como un castrista virulento después de que rechazó el régimen dictatorial, pero se le ocurrió afirmar que no todo lo realizado en Cuba está mal, como por ejemplo, los planes de alfabetización. Con todo, ni siquiera esa eventualidad puede darse por totalmente asegurada. Respecto a las presidenciales, aunque Trump ha ido consiguiendo salir de todas las guerras de las que no se desembarazó Obama, su gran baza sigue siendo la economía. Con records de empleo, en general, y de puestos de trabajo para mujeres, negros e hispanos, en particular, Donald Trump sólo tiene que enfrentarse con una posibilidad real de perder la reelección en caso de que estalle una crisis económica. De no ser así, es harto difícil que un globalista como Biden o un socialista como Sanders lo derrote en las urnas.
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