Estados Unidos

¿Por qué Elon Musk (Tesla) apoya a Trump si este va terminar con las subvenciones a los eléctricos?

La política del candidato republicano podría beneficiar a Tesla frente a su competencia europea al penalizar las importaciones de los fabricantes alemanes

Donald Trump y Elon Musk, en imágenes de archivo
Donald Trump y Elon Musk, en imágenes de archivoAFP

La próxima semana se deciden las elecciones para la presidencia de los Estados Unidos. En lo que respecta al sector del automóvil, en el caso de una victoria de Trump, la industria automotriz podría enfrentarse a mayores aranceles de importación que no se compensaría con recortes de impuestos. Por todo ello, una elección de Trump podría mejorar a corto plazo panorama para los fabricantes de automóviles estadounidenses y aumentar la presión sobre los fabricantes alemanes. Una elección de Harris, en cambio, ejercería presión sobre los fabricantes de automóviles estadounidenses, pero ofrece cierto alivio a los fabricantes europeos.

Sin embargo, si Ford y GM se van a beneficiar de un mandato de Trump, surge la pregunta de por qué Elon Musk apoya al candidato republicano, de quien se espera que ponga fin al subsidio de 7.500 dólares por vehículo eléctrico vendido en EE. UU. y al crédito de 2.500 dólares para baterías de litio por vehículo. Esto representaría un coste adicional por vehículo Tesla de 10.000 dólares. Es probable que Musk ahora quiera subir sus precios, después de casi dos años de recortes de precios. La explicación puede venir por el hecho de que, a pesar de que Tesla cuenta con una menor oferta de vehículos eléctricos que Ford y GM, la protección que ofrecen los aranceles de Trump contra los fabricantes extranjeros podría liberar parte del mercado para Tesla y así podría reposicionarse entre los clientes con menos necesidad de subvenciones para comprar un vehículo eléctrico.

Además, un estudio económico realizado por la banca Edmond de Rothschild indica que la Administración Trump reduciría los impuestos y seguiría impulsando las políticas de compensación a los accionistas. Por ejemplo, GM tiene una posición de efectivo superior a 20.000 millones de dólares, o el 35% de su capitalización. Con un menor gasto de capital, esto impulsaría los programas de recompra de acciones. Por ello, las promesas de la política industrial de Trump, que establece menos regulación, menos supervisión del mercado y estándares de emisiones más bajos, deberían dar a los fabricantes de automóviles establecidos en su país una mayor libertad.