Efeméride de la catástrofe

España, a la caza de pellets para evitar nuevos 'Toconaos'

La industria de los plásticos española promueve soluciones pioneras en el mercado para proteger los mares y alcanzar el objetivo de cero pérdidas de granza

Un puñado de pellets, la materia prima que utiliza la industria de transformadores del plástico
PelletsANAIP

El 8 de diciembre se cumple un año del vertido de pellets que llegó a las playas de Galicia. Ese día, el buque Toconao perdió seis contenedores en aguas portuguesas. Cada uno almacenaba cerca de 1.000 sacos de 25 kilos de pellets; esas escurridizas esferas que se utilizan como materia prima para fabricar objetos de plástico. El incidente, que afectó al norte de España, puso el foco mediático sobre un problema que no es nuevo.

Las playas de España que presentan una mayor concentración de pellets desde el punto de vista histórico se encuentran fuera de la costa gallega. Son Itzurun (País Vasco), La Pineda (Tarragona), Famara y Lambra (Lanzarote). Sus niveles no son consecuencia de los vertidos marítimos. Se relacionan con la proximidad de las plantas que producen o emplean estas pequeñas bolitas de plástico, que pueden perderse de forma accidental en la carga y descarga de los camiones, en el entorno de las fábricas o a través de los desagües, que terminan en el mar.

Es por ello que la industria española ha promovido soluciones pioneras para "cazar" los pellets que se derraman de forma involuntaria en las distintas etapas de la cadena de valor del plástico, desde su fabricación a su transporte, transformación y reciclaje. El objetivo es alcanzar cero pérdidas de granza; es decir, de microplásticos.

"La mayoría de pérdidas tienen lugar en la logística; en el trayecto que une al productor con el transformador", señala Luis Cediel, director general de ANAIP, la asociación española de industriales de plásticos que aglutina a las empresas que trabajan en la transformación de granza. "Pero todas las entidades que manipulan granza o pellets corren el riesgo de sufrir emisiones al medioambiente y, por lo tanto, tienen que aplicar medidas para evitarlas y controlarlas. Además, la responsabilidad de la industria de que la granza no llegue al medio ambiente es directa", asevera.

Para evitar la fuga de granza en la cadena de valor, la industria internacional promovió una iniciativa voluntaria llamada Operation Clean Sweep (OCS). "Nació en Estados Unidos, pero nosotros la trajimos a España en 2016 y, en colaboración con Plastic Europe, la dimos a conocer en Europa", explica Cediel. Adherirse a este programa supone comprometerse a que el objetivo de cero pérdidas de granza sea una prioridad en la empresa. ANAIP es la licenciataria para aplicarlo dentro de nuestras fronteras.

Reciclaje plásticos
Reciclaje plásticosT. GallardoLa Razón

A grandes rasgos, la iniciativa consiste en realizar una auditoría interna para localizar los puntos críticos de fuga de pellets y poner medidas de control. "Es un trabajo extra que requiere inversión, formación y concienciación desde el dueño hasta el último de los operarios", indica Íñigo Querejeta, CEO de Contenur, la empresa española que utiliza pellets y granza reciclada para crear los contenedores de recogida selectiva de residuos de ciudades como Madrid o Nueva York.

Las medidas pueden ser sencillas. En la fábrica de Contenur en Madrid han ubicado cepillos, recogedores y un cubo específico para los pellets en los puntos calientes. También han subido los bordillos en las zonas con mayor riesgo de derrame y han colocado bandejas bajo los silos donde descargan los camiones, para retener la granza. Además, han instalado filtros para microplásticos en desagües, alcantarillas y arquetas.

Tras ello, se formó a los empleados de Contenur y se establecieron protocolos para explicar en qué consiste la iniciativa OCS. ¿El resultado? En cinco años, desde la implantación de las medidas, el peso del derrame de materia prima plástica se ha reducido un 30-40%. Al año, se recogen en torno a una tonelada de pellets derramados.

En España también hay soluciones que emplean tecnología sofisticada, como los aspiradores eléctricos que comercializa Glutton (con sede en Barcelona) o la limpieza a través de robots industriales que mapean el espacio de un complejo y se mueven por él sorteando grúas y humanos gracias a la inteligencia artificial, de forma similar a como lo haría un aspirador autónomo en casa.

Otra de las tecnologías avanzadas que se desarrollan en España es Pelltinel, impulsada por Repsol en el complejo industrial de Tarragona. Este sistema de monitorización con IA detecta la presencia de microplásticos en superficies sólidas o líquidas a través de cámaras inteligentes, en todos los eslabones de la cadena: producción, logística o reciclado.

El compromiso de la industria plástica española

El programa OCS ha tenido un gran impulso español. De las más de 5.000 empresas en el mundo que forman parte de esta iniciativa, 521 son nacionales. Además, la industria en España impulsó la primera certificación europea OCS. "ANAIP publicó el esquema de acreditación de AENOR en 2019, sin previsión de que fuera a venir ninguna regulación europea para el control de pellets", destaca Cediel.

Contenur fue la pionera en obtener el certificado OCS a nivel mundial. Ahora tenemos 61 organizaciones certificadas. De ellas, más de la mitad son centrales transformadoras, uno de los subsectores que más se beneficia de evitar los derrames de material. "Toda pérdida de pellets es siempre involuntaria porque la materia prima es lo que más valora el transformador; el valor de la granza representa aproximadamente el 60% del coste total del producto plástico", informa el director general.

ANAIP también ha creado el sello Industria de Plásticos Española y Sostenible, una marca de certificación que reconoce a las empresas que trabajan para reducir su huella ambiental y mejorar su impacto económico y social.

En estos momentos, la Comisión Europea estudia si adoptar una legislación que regule las actividades de toda la cadena de suministro de los pellets de plástico. La propuesta que se ha puesto sobre la mesa incluye obligaciones para la manipulación de la materia prima plástica en todas las etapas.

También exigirá a las empresas que manejan pellets o granza a que estimen su pérdida y obliga a que obtengan una verificación por tercera parte (certificación) que acredite que implantan medidas para evitar escapes al medio ambiente. Y en eso, la industria española lleva la delantera.