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El cóctel «mortal» que provoca un mar cada vez más caliente

Las DANAS explosivas son fenómenos cada vez más frecuentes que abren un debate sobre cómo prepararnos, adaptarnos y responder a estas situaciones

La DANA también hace estragos en la provincia de Málaga como se aprecia en esta imagen del 30 de octubre de Álex Zea (Europa Press) Álex Zea Europa Press

España sigue consternada por los innumerables daños que ha sufrido esta semana el levante peninsular debido a la DANA. Los testimonios se suceden y las imágenes en redes recuerdan incluso la riada del año 57 y la posterior desviación del cauce del Turia, una obra que «ha evitado un mal mayor en la capital».

En los balances de estos días se habla mucho de causas, pero también de prevención, porque no es lo mismo que llueva mucho o de forma torrencial, el martes se contabilizaron más 500 litros por m² en unas 4-6 horas, a que se produzcan riadas e inundaciones y haya que lamentar tantas pérdidas humanas. Desde la Universidad Carlemany, el geólogo y profesor Joan Escuer opina que los fenómenos pueden ser naturales pero los desastres son sociales. «Durante las últimas décadas, los especialistas han hecho esfuerzos para explicar que los desastres provocados por eventos naturales no son fenómenos naturales, sino sociales, y que la exposición y la vulnerabilidad al peligro son los principales factores que condicionan los altísimos niveles de riesgo. Los representantes de los estados que firmaron el Acuerdo Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 coincidieron en que la reducción del riesgo debería ser el foco principal en la mitigación y prevención de desastres».

Y es que ya en 2019, el Observatorio de Sostenibilidad en colaboración con el Consejo General de los Colegios de Mediadores de Seguros lanzaba un estudio en el que afirman que casi un millón de personas en España viven en zonas costeras con riesgo de inundación recurrente. «Los daños causados por los desastres naturales han aumentado un 900% desde 1980 a nivel mundial. En España, el impacto de estos daños se ha incrementado casi un 200% desde 1985. Y son precisamente las inundaciones la catástrofe natural que más daños genera: 800 millones de euros al año» recordaba La Razón entonces.

Los científicos explican en medios cada vez más a menudo la existencia y el funcionamiento de fenómenos como las bombas de lluvia, ese llover todo a la vez, que técnicamente se definen como un reventón o «corriente convectiva que implica una transferencia de calor desplomadora que se genera en el seno de una nueba de tormenta. La bomba arrastra con ella la mayor parte del contenido de agua, supone un descenso «brusco y se produce a una gran velocidad (hablamos de 100-200 km/h. El impacto conra el suelo es tremendo y, además, provoca vientos radiales que pueden superar los 150 km/h», dice la web de eltiempo.es.

Corriente de chorro, jet stream, corriente del Atlántico o ríos atmosféricos. Las páginas de los medios también están cada vez más llenas de conceptos que tienen que ver con lo que está ocurriendo en una atmósfera cada vez más caliente e inestable. Solo este otoño se producido un tifón en el sudeste asiático, lluvias torrenciales en el centro de África con resultados catastróficos y más inundacionesprovocados por la lluvia en el centro de Europa. Manifestaciones recurrentes, dicen los científicos, relacionados con el cambio climático. A esto se le suman anuncios constantes de récord de temperaturas y de emisiones, que son tan insistentes en los últimos años como las lluvias copiosas. España está en la zona cero de afectación por cambio climático y necesita de planes de mitigación, dice la ciencia.

Mediterráneo más caliente

Las DANAS o gotas frías se forman cuando el aire cálido y húmedo evaporado del mar encuentra aire frío en altura. En el caso de Valencia un tren de tormentas encadenadas provocó unas lluvias como no se han visto en años. «En la situación que hemos vivido se une la localización estática de la DANA, el aporte de humedad del Mediterráneo con el viento de levante y las aguas aún cálidas del mar. Todo ello combinado con la orografía y la planificación del territorio dan como resultado la situación dramática que hemos vivido. La DANA presentaba el potencial para dejar tiempo muy severo. Su ubicación, su profundidad y el aporte de gran contenido de agua precipitable favorecen el elevado potencial de lluvias intensas. En el caso de Valencia, el establecimiento de un flujo de levante constante incidió sobre las sierras cercanas al litoral, aportando energía constante para el desarrollo de tormentas. Mientras esta situación se mantuvo estable, durante más de 12 horas, los núcleos tormentosos se desarrollaron de forma constante en la misma zona», aclara Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es.

La física recuerda, además que «el continuo aumento de las temperaturas en el Mediterráneo plantea un escenario preocupante en cuanto a la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, especialmente las DANAS. A medida que este mar se calienta, se convierte en un reservorio de energía y humedad que favorece la formación de tormentas más intensas y con mayor capacidad destructiva. El Mediterráneo es un enclave donde convergen la combinación de aguas cálidas, masas de aire en niveles altos y una orografía compleja en las costas circundantes crea un caldo de cultivo ideal para que los fenómenos meteorológicos se amplifiquen», comenta Gómez.

El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que la media mundial y ha subido 1,6 grados en 40 años y cuanto más caliente esté más vapor de aire circula sobre él. Un combustible propicio para que las lluvias sean más intensas. Sin embargo, no solo la costa del Mediterráneo está amenazada por fenómenos cada vez más estudiados, también el Atlántico. Una de las últimas alertas climáticas tiene que ver precisamente con esto. Los ríos atmosféricos serán cada vez más abundantes y afectarán más a la Península, en este caso a la franja Atlántica. Estas bandas alargadas y estrechas de varios miles de kilómetros de longitud, transportan grandes cantidades de agua en forma de vapor. Cuando llegan a la zona continental pueden condensar y liberarse en forma de precipitaciones abundantes. «Los ríos atmosféricos son los responsables de casi un 90% del transporte meridional de flujo de humedad. Además, también contribuyen al transporte de calor latente entre latitudes tropicales a otras más altas. Estas zonas sirven como autopistas que distribuyen la humedad desde zonas tropicales o subtropicales a latitudes medias y altas del planeta», dice Gómez.

Adaptarse

Estos días se habla de la necesidad de prepararse para afrontar episodios de este tipo cambiando la planificación urbana o mejor dicho adaptándola al cambio climático. También, de forma más general, los científicos piden dejar de reaccionar ante fenómenos extremos y empezar a prevenir y a adaptarse repensando la urbanización en la costa y los márgenes de los ríos para dejar espacio al agua ante posibles crecidas. Hace unas semanas cuando se anunciaba la llegada al centro de Europa del ciclón Boris, una inusual tormenta fría y muy intensa de la que se decía que traerá lluvias torrenciales y con la posibilidad de lluvia en zonas de montaña en los Alpes, miles de personas fueron evacuadas en las ciudades de Krnov (República Checa), que quedó casi completamente inundada, y Cesky Tesin. «El río Oder, que fluye hacia Polonia, alcanzó niveles extremos en la ciudad de Ostrava y en Bohumin, lo que provocó evacuaciones», recuerda Euronews. Mientras esto sucedía en el centro de Europa, aquí se cruzan acusaciones sobre la falta de una alerta clara a la población.