Reportaje

Pérgamo, la librería que se impone en el tiempo

La librería más antigua de Madrid, que estuvo al borde del cierre, se encuentra más viva que nunca y con una firme apuesta por crear comunidad entre lecturas

María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid
María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. David JarDavid JarFotógrafos

Su nombre se remonta a una antigua urbe griega y, aunque sin interés de buscar similitudes entre aquella ciudad y la actual librería, algo sí tienen en común: la capacidad de hacer historia. Sus puertas se abrieron en la calle General Oráa en 1945 y, desde entonces, este espacio, primero a través de una familia (Raúl Serrano y Lourdes Velasco) y ahora mediante Pablo Cerezo y María Treviño al mando, los libros imperan en el tiempo.

Cuando entramos a Pérgamo, experimentamos un viaje al pasado encontrando una librería intacta desde su nacimiento. Pero también presenciamos una biblioteca actualizada y adaptada a la demanda actual. Recorremos los clásicos, novelas, lectura infantil y ensayos políticos. Pablo y María nos cuentan que, en 2022, ya consolidada como la librería más antigua de Madrid, se anunció su cierre por motivos de jubilación de los dueños. Y quién sabe que si por suerte o por casualidad, el final de este espacio todavía no estaba escrito. Así lo cuenta Pablo Cerezo: «Un empresario mejicano que compraba libros aquí de pequeño se convirtió en nuestro socio. Él decidió animarse a rescatar el proyecto e invitó a un escritor llamado Jorge F. Hernández para la gestión. Paralelamente, yo estudiaba Sociología en la Complutense y este escritor dio una conferencia de literatura latinoamericana. Yo atendí ese evento y me gustó tanto que me quedé conversando con él. De casualidad, un mes después, lo encontré en una cafetería de Madrid y nos hicimos amigos. Al poco tiempo me comentó el proyecto para salvar a la librería Pérgamo y estaban buscando a alguien». La respuesta de Pablo la vemos hoy traducida en quienes hoy atraviesan las puertas de Pérgamo, un lugar que construyó comunidad, donde los vecinos se encuentran y los niños se distancian de las tecnologías para pedirle recomendaciones a Pablo y María. «María y yo hemos llevado toda la gestión desde su renacimiento, la trabajamos día a día. Es un trabajo muy exigente», explican.

María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. David Jar
María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. David JarDavid JarFotógrafos

«Esto es una librería de barrio y la mayoría de nuestro público es gente que vive aquí, que viene todos los días o todas las semanas». Pero Pablo y María, por filosofía de proyecto y por supervivencia, decidieron ampliar horizontes y por ello, añadieron una nueva sala que les permitió duplicar la oferta, lo que implica mayor exhibición, pero también más trabajo. «El reto de continuar con esta librería en un proceso de transición no era menor, tanto para la propia librería como para el barrio. Su historia, al igual que la de tantos actores y episodios similares durante el franquismo, la transición y la llegada de la democracia a este país, está marcada por el trabajo de gente anónima». En este sentido, Pablo Cerezo pone en valor las pequeñas acciones de mucha gente de a pie que contribuyó a mantener políticamente y culturalmente este país vivo. «Es un legado que heredas y es un reto estar a la altura», añade. Un reto que, además, también se traduce en la parte material de todos esos ciudadanos que asistían asiduamente y consideraban este lugar como su casa.

Como curiosidad, Pablo y María cuentan que, en uno de los capítulos de la historia de Pérgamo, sus dueños fueron multados por poner en venta el diccionario filosófico de Voltaire. «Lo que para nosotros hoy es la zona infantil y de ensayo, en su día fue la zona del infierno porque se vendían los libros prohibidos que se envolvían en papel de estraza. De hecho, hay una calle en Quintana, al lado del parque Calero, que la llamaban la calle Lenin que estaba llena de librerías de izquierdas».

Actualmente se define como una librería generalista, con mucho peso de narrativa y en la que se ha empujado el cómic este último año; también libros en inglés, mucha poesía y ensayos. Su proyecto de librería parte del concepto de comunidad: «Lo que para nosotros era muy importante en el modelo de negocio, dentro de una lectura muy personal sobre Madrid y sus ambientes culturales, pasaba por crear espacios de socialización en torno a la cultura. Uno va a una presentación y es casi como quien va al cine, te sientas y te vas a casa. Queremos que nuestra generación tenga puntos de encuentro y comparta sus expeiencias». En Pérgamo convocan numerosos eventos, convocan clubes y talleres de lectura.

María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. David Jar
María Treviño y Pablo Cerezo, libreros de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid. David JarDavid JarFotógrafos

«Una librería es ensayo y error. Este año nos hemos enfocado en hacer más presentaciones, y hay convocatorias para todo tipo de público. Siendo librería de barrio tenemos un perfil muy fiel de los vecinos, que normalmente recurren a novelas y clásicos. Pero también tenemos todo un sector de jóvenes que les gusta venir a vernos». señala María. También destaca que percibe, cada vez más, el ánimo de los visitantes a conocer literatura contemporánea y su apertura a recomendaciones. Igualmente, reconoce la labor que han ejercido las redes sociales en su negocio: «Ahora mismo son un aliciente para el negocio». En su caso, han creado los martes de novedades y vídeos que tratan temas relacionados con la literatura. Sin embargo, María Treviño confiesa que la era digital no ha sido ni es la principal enemiga del papel: «La verdadera competencia es el precio de los alquileres». Explica que «el papel sigue estando vigente; sí interfieren más la localización del espacio, las ventas azarosas y el precio de los alquileres, que asume mucho del porcentaje que obtenemos de venta». Plataformas como Amazon o los Ebooks no hacen saltar las alarmas de la existencia de las librerías. «Se podrían mencionar las grandes cadenas, pero las librerías independientes no podemos competir, somos un gremio, nos recomendamos y nos apoyamos», añade.